En el informe, Pablo Campra utiliza dos técnicas de análisis para cuantificar el ARN del supuesto vial de la vacuna. Una de ellas es la espectrofotometría, que permite determinar la concentración de un compuesto en una solución. Esta técnica se basa en que cada compuesto absorbe luz sobre un cierto rango de longitud de onda.
En la página 7 del informe, Campra indica que el máximo de absorción que se ha medido con la muestra es de 260 a 270 nanometros (nm). Y señala que precisamente el óxido de grafeno reducido (RGO) presenta máximos de absorción a 270 nm, por lo que es compatible con el resultado del análisis de la muestra.
No obstante, Gabriel Alfranca Ramón, doctor en Nanobiomedicina e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explica que este máximo también es compatible con el pico que se observa en ácidos nucleicos, como el ARN, por lo que el espectrofotometría realizada “no es en absoluto concluyente”.
Lo mismo señala Berta Domènech Garcia, doctora en Química e investigadora de la Universidad Tecnológica de Hamburgo especializada en nanotecnología y nanomateriales: “El espectro no indica nada, solo que la muestra absorbe luz a una longitud de onda de entre 240-300 nm. Que pueden ser muchas cosas. Los ácidos nucleicos normalmente dan señal a 260-280 nm”. Además, según la experta, en el documento no se menciona que se haya realizado una calibración previa del espectrofotómetro adecuada al tipo de muestra.
La otra técnica que utiliza Campra para cuantificar el ARN es la fluorimetría, que sirve para medir la concentración de una sustancia por medio de su fluorescencia. Según indica el informe, se utilizó un fluorímetro Qubit 2.0 y se detectó una “cantidad mínima” de ARN en la muestra.
En este sentido, José Antonio Garrido Cárdenas, director de Divulgación Científica de la UAL, explica que Pablo Campra “no hizo ningún control positivo, ningún control negativo y ni siquiera utilizó los controles de calibrado” del fluorímetro Qubit 2.0. Por lo tanto, “si el kit que utilizó hubiera dado un error de medida habría sido imposible detectarlo. Es decir, la baja concentración de ARN que midió en la muestra -y que es la base para decir que la mayoría de lo que hay en la muestra no era este ácido nucleico- es muy probable que se deba, sencillamente, a un error en la medida por no haber llevado los correspondientes controles”.
Según indica el informe, para detectar derivados de grafeno en la muestra se han tomado imágenes con microscopía electrónica y óptica y se ha comparado con otras imágenes procedentes de literatura científica y con un patrón de óxido de grafeno reducido (RGO).
Pero, según los expertos consultados, las imágenes de microscopía electrónica de transmisión (TEM) del informe no demuestran que el vial contenga óxido de grafeno, ya que podrían mostrar cualquier otro material. “Esa malla de la que hablan y que, sin más, dicen que es grafeno puede ser cualquier cosa. Ese tipo de imágenes son muy comunes en TEM”, nos indica Fernando Herranz, químico e investigador del Grupo de Nanomedicina e Imagen Molecular (NanoMedMol) del Instituto de Química Médica (IQM) del CSIC.
En esto coincide el investigador Gabriel Alfranca Ramón: “Muestran imágenes de TEM que podrían ser perfectamente compatibles con otras estructuras poliméricas nanométricas”. El experto apunta que tampoco las imágenes tomadas con microscopía óptica son una prueba concluyente de que la muestra analizada contenga derivados de grafeno.