Pasamos a destacar algunos apartados de la historia más tapada y desconocida de España. Aunque son actos muy famosos, poco se habla y poca gente conoce a los presidentes españoles asesinados. Segura y lamentablemente si hiciéramos una encuesta, la mayoría te hablaría fácilmente de varios presidentes americanos asesinados, pero raramente encontrarás a alguien que te nombre a dos presidentes españoles asesinados.
No es cuestión personal, pese a que el oficialismo hable de misterio y tape las pesquisas, fácilmente vemos el perfil político de los asesinos. Habitualmente estos tienen corte anarquista, socialista, progresista, masón y finalmente incluso los tentáculos de la mafia terrorista Norte-americana.
Otro dato a destacar, es que leyendo diferentes artículos, en varios coinciden destacando la inaptitud de la protección policial en esos momentos. Por lo que es alimento para la conspiración y el debate al respecto.
JUAN PRIM
El 27 de diciembre de 1870, vísperas de Año Nuevo, el general Juan Prim fue asaltado en la madrileña calle del Turco (actualmente Marqués de Cubas, entre el museo Thyssen y el Congreso) por un grupo de desconocidos. El general, héroe de guerra y presidente del Consejo de Ministros fue tiroteado mientras iba en carroza a su casa.
El carruaje lo conducía él, sus guardaespaldas y colaboradores, y fue sorprendido por una banda de asesinos ocultos en dos coches. Prim había pasado varios días de agonía, tras lograr que Amadeo I de Saboya, italiano, fuera nombrado Rey de España. Su cruel asesinato trastocó la trayectoria del monarca al frente del país y precipitó la llegada de la I República, así como a día de hoy, continúa habiendo muchos interrogantes.
Se trataba del primer gran magnifício de la historia de España. Las investigaciones apuntaban a José Paúl y Angulo como posible autor material del asesinato. Jerezano que había contribuido al pronunciamiento de Prim en 1868, llegó a amenazarlo de muerte en su periódico, semanas antes de que se produjera el suceso. Pero el enigma, a día de hoy, continúa abierto.
En realidad y según las investigaciones del criminólogo Francisco Pérez Abellán, Prim no murió como consecuencia del atentado de la calle del Turco, sino que fue posteriormente estrangulado por personas de su confianza en el palacio de Buenavista , donde residía y que era la sede del ministro de la Guerra; ahora es el cuartel general del Ejército, en Cibeles, Madrid. Abellán sospecha que pudo ser el regente ( el Jefe del Estado en funciones) general Serrano. Los mismo que había participado en el atentado del 27 de diciembre decidieron acabar con su vida al comprobar que no estaba herido en ninguna parte vital.
Las fotos de la momia evidencian en el cuello lesiones externas causadas por un proceso de estrangulamiento. En la parte de la nuca y cuello, se aprecian claramente grandes surcos profundos que prueban que la muerte de Prim fue por asfixia debido a una estrangulación a lazo o cinto o banda de cuero.
Prim pretendió cambiar de un plumazo la dinastía borbónica por la de los Saboya. El problema iba a ser que un príncipe italiano, sin el apoyo de los nobles españoles no tendría viabilidad con un Prim muerto y los organizadores del magnicidio lo sabían. Eran muchos los que querían matar a Prim, era un espadón progresista con un claro comportamiento dictatorial; eso sí, atendiendo y respetando las leyes que él mismo dictaba en el Parlamento. El atentado fue celebrado por casi toda la clase política. Prim tenía a todos en contra: carlistas, isabelinos, republicanos, alfonsinos, unionistas, montpensieristas, a los demócratas moderados y exaltados e incluso a los masones
¿Quién movió la mano de los terroristas ? .
El Duque de Montpensier financió la operación. El duque había sido uno de los candidatos a ocupar la Corona Española, pero al haber matado a una persona en un duelo , Prim pensó que esto le descalificaba para la nominación de ser Rey de España lo que le hizo pensar al duque que tenía que vengarse de Prim. El Duque , se sospecha en el sumario de la investigación, pagó a los terroristas del atentado de la calle del Turco y logró indirectamente sus objetivos. Prim murió pero no como consecuencia directa del atentado y aunque él no llego a ser Rey, sí una de sus hijas, María de la Mercedes. Montpensier se jugó mucho dinero para terminar con la vida de Prim, como se deduce del sumario, pagó todos gastos de la operación del atentado. Dedignó a su secretario personal, Felipe Solís y Campuzano, como referente y organizador del complot. Pero desgraciadamente el tiempo fue en su contra, estaba llegando a Cartagena el nuevo Rey de España.
Francisco Serrano y Domínguez, movió y debió organizar el complot a nivel político. Serrano era el regente ( jefe de estado en funciones), celoso su rival de Prim puso a disposición de los criminales a su jefe de escolta, José María Pastor.Pastor se encargaría de manipular la situación desde el interior del Palacio de Buenavista, mientras Prim agonizaba. «el general Bonito” volvía hacer gala de su realismo y traicionaba a quien había sido su aliado días antes igual que hizo con quien fue su amante, la reina Isabel II. Posiblemente el mismo pudo ser el asesino que estranguló en la cama a Prim.
Francisco Serrano y Dominguez, «el insaciable ambicioso» como le llamaba Paca Agüero, la esposa de Prim, tiene dedicada la mayor calle comercial de Madrid. Solo desde la ignorancia y desconocimiento de quién fue realmente «el general bonito» se puede seguir dedicando en el callejero de Madrid su nombre a esta calle. Solicitamos se reconsidere este agravio y se cambien el nombre a esta importante avenida de Madrid. En La Flaca, hay un dibujo muy explícito, en la que el espectro de Prim acusa a Serrano
Paúl y Angulo, fue la mano republicana que tiró del gatillo. Los republicanos estaban decididos a terminar con la vida de Prim. Los que un día le apoyaron activamente para terminar con Isabel II, ahora se sentía traicionados. José Paúl y Angulo tenía trato personal con Prim, se habían conocido durante su exilio londinense e incluso le acompañó en su regreso triunfal a España. Su enfado fue mayúsculo, cuando elegido diputado en las Cortes Constituyentes tuvo que asistir a la aprobación de la Constitución Monárquica de 1869 y aquello le lanzó definitivamente a la acción terrorista. Se alió con los anarquistas y cantonalistas, trasladándose a los pueblos de la Sierra de Cádiz. Dirigió el periódico El Combate, financiado y manejado por el duque de Montpensier, y finalmente se unió al complot para derrocara Prim. Participó directamente en el atentado que terminaría con la vida del presidente del Consejo de Ministros de España y posteriormente se exilió en Francia, donde muere en 1892. La masonería también aparece en el sumario. Prim fue masón grado 18, caballero Rosa Cruz y portaestandarte del Supremo Consejo del Gran Oriente de España. En la noche del 27 de diciembre de 1870 debería haber asistido a la cena celebraba en su logia , con motivo del solsticio de invierno, en el hotel y taberna de Las Cuatro Estaciones situado en la calle del Arenal. Benito Pérez Galdós, en sus Episodios Nacionales implica a masones en el complot, entendiendo que el atentado fue una acción de masones contra masones. Paúl y Angulo fue nombrado presidente de la sociedad secreta El Tiro Nacional el 16 de noviembre de 1870.
http://www.grandesbatallas.es/asesinato%20prim.html
https://www.libertaddigital.com/espana/2012-11-16/prim-fue-estrangulado-1276474475/
CANOVAS DEL CASTILLO, ASESINATO EN EL BALNEARIO
El presidente del gobierno español se había granjeado numerosos enemigos entre los anarquistas y entre los independentistas de Cuba y Filipinas. Tras su muerte llegaría el desastre del 98
Aquel domingo del verano de 1897, en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda, se respiraba la tranquilidad habitual y nada hacía vaticinar la tragedia. Las aguas termales sulfurosas eran un magnífico tratamiento para los achaques de glucosuria (la presencia de glucosa en la orina) que, a sus 69 años, padecía el presidente del gobierno, Antonio Cánovas del Castillo, cliente habitual del establecimiento por esas fechas.
En su viaje al balneario, Cánovas se había detenido a despachar con la reina regente María Cristina en San Sebastián. Se instaló con su esposa en Santa Águeda el 8 de agosto. Cuatro días antes lo había hecho un extraño personaje italiano, barbudo y larguirucho, de tez muy pálida, que, registrado con el falso nombre de “Emilio Rinaldini”, se hacía pasar por corresponsal del periódico Il Popolo.
Aunque de apariencia modesta, estaba alojado en una habitación de primera, y decía seguir un tratamiento de baños para curar la faringitis. Pero Rinaldini no tenía trato social alguno en el balneario y nadie le conocía. Siempre vestía la misma ropa: chaqueta clara, pantalón oscuro, camisa blanca, sombrero negro y zapatillas de verano.
Era un tipo retraído que levantó las suspicacias del marqués de Lema, director general de Comunicaciones que acompañaba al jefe del gobierno. Pero no despertó la menor sospecha de los 9 policías y 25 guardias civiles encargados de la protección de Cánovas. El asesino actuó a sus anchas y llevó a cabo sus planes sin que nadie le molestara.
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20200808/27205/canovas-castillo-asesinato-balneario.html
El 8 de agosto de 1897 Antonio Cánovas del Castillo, por entonces presidente del gobierno y uno de los políticos y estadistas más importantes de la España de la Restauración, fue asesinado mientras descansaba en el balneario de Santa Águeda en Mondragón, Guipúzcoa.
Licenciado en Derecho, historiador y aficionado a la escritura, Cánovas del Castillo demostró tener un gran intelecto y una pluma afilada y precisa desde sus primeros días en Madrid. Fue en la capital donde comenzó a trabajar como periodista para ganarse la vida y, a través de este oficio, conoció a personalidades destacadas de la época que le metieron en política y le llevaron a unirse a partidos de corte moderado centrista. En 1854 se le encargó redactar el Manifiesto del Manzanares, firmado por Leopoldo O’Donnell y en el que se pedía una serie de reformas políticas y constitucionales que llevaran a España hacia una nueva etapa de liberalismo. Tras esto, vivió una etapa de prosperidad en su carrera política que le llevó a ocupar numerosos cargos de relevancia como diputado en las Cortes constituyentes de 1854 o subsecretario de Gobernación. Tras la Revolución Gloriosa que expulsó a Isabel II del trono, Cánovas del Castillo dirigió una minoría conservadora que rechazó tanto a la monarquía de Amadeo I como el proyecto de la Primera República. Sería el propio Cánovas quien redactaría el Manifiesto de Sanhurst, documento antecedente del regreso de Alfonso XII de Borbón como rey de España.
Durante su gobierno, que alternaba con el líder liberal Práxedes Mateo Sagasta, Cánovas del Castillo intentó lograr un crecimiento económico y una pacificación social al tiempo que hacía frente a problemas como la Tercera Guerra Carlista, la guerra con Cuba, el cantonalismo o el nacionalismo catalán. En sus últimos años la agitación social suscitada por la aparición de nuevos grupos proletarios de ideología socialista y anarquista desembocó en un atentado en Barcelona en 1896 que sería seguido por una fuerte oleada de detenciones, deportaciones, palizas, encarcelamientos y asesinatos sumarios.
El 8 de agosto de 1897, el anarquista italiano Michele Angiolillo localizó a Antonio Cánovas del Castillo mientras descansaba en el balneario de Santa Águeda y le pegó tres tiros a quemarropa con un revólver, matándolo en el acto. El asesino afirmó que había comprado el arma en Londres y había viajado a España para atentar contra el presidente del gobierno, la Reina Regente y el futuro rey Alfonso XIII. Aunque siempre defendió que la muerte de Cánovas del Castillo era una venganza por los anarquistas muertos y detenidos tras el atentado de Barcelona de 1896, investigaciones posteriores descubrieron que Angiolillo había estado en contacto con los líderes de los insurgentes cubanos en París y que habían sido estos quienes le habían pagado el viaje hasta Madrid. Michele Angiolillo fue condenado a pena de muerte y ejecutado ese mismo mes de agosto.
https://www.muyhistoria.es/efemerides/acontecimiento/antonio-canovas-del-castillo-es-asesinado-511596703265
La muerte de José Canalejas fue similar a la de Cánovas del Castillo, pues ambos murieron por herida por arma de fuego. El abogado regeneracionista y liberal español recibió un disparo en la espalda en la Puerta del Sol, mientras se encontraba cercano a la desaparecida librería de San Martín, el 12 de noviembre de 1912.
1912: ASESINATO DE CANALEJAS
El presidente del Gobierno, tiroteado por el anarquista Manuel Pardiñas el 12 de noviembre de 1912, inició su carrera política como diputado por Soria, gracias a promesas ferroviarias que nunca se cumplieron.
El 12 de noviembre de 1912 el anarquista Manuel Pardiñas asesinaba al presidente del Gobierno, José Canalejas y Méndez, mientras miraba el escaparate de la librería San Martín, en la Puerta del Sol de Madrid. Su muerte, que yugulaba la posibilidad de estabilizar el sistema político de la Restauración mediante la creación de un bloque de izquierda liberal presidido por él, tuvo un eco importante en la sociedad.
Curiosamente, su bautizo en las lides políticas parlamentarias se había producido en tierras de Castilla y León, concretamente en Soria. La peripecia, representativa sin duda de los modos y maneras de hacer política en aquellas fechas, la han desgranado con detalle autores como Carmelo Romero y Carmelo García Encabo.
Nacido en el Ferrol el 31 de julio de 1854, Canalejas era abogado de profesión y durante su juventud simpatizó con el Partido Demócrata Progresista, afín a las ideas republicanas. Más adelante, ya en plena Restauración, se afilió al Partido Liberal. Pocos saben que Canalejas se estrenó como diputado cunero por Soria a contracorriente, batiendo al entonces candidato gubernamental y haciendo gala de una capacidad negociadora más que convincente. Así se ganaban entonces las elecciones.
Su asesinato, ocurrido el 12 de noviembre de 1912 de manos del anarquista Manuel Pardiñas, sorprendió incluso a los policías que formaban su escolta, que al menos pudieron acorralar al asesino. Este se suicidó al instante.
« Un crimen brutal, odioso, sin explicación alguna y cometido de cobarde modo por un asesino anarquista, ha puesto luto en la nación. El presidente del Consejo, don José Canalejas, ha caído muerto, herido por la espalda, en plena Puerta del Sol, cuando como un particular, a pie y solo, al dirigirse al Consejo, miraba los libros –su afición favorita– en el escaparate de una librería. El crimen, que priva a España de uno de sus hombres más ilustres, ha causado en el pueblo entero dolor inmenso e indignación violenta», l amentaba El Norte de Castilla que, identificado con el ideario liberal del ferrolano, exaltaba sus virtudes políticas y humanas:
«Era Canalejas, cuya pérdida hoy llora la nación, hombre bondadoso, político demócrata de verdad, gobernante liberal hasta los últimos limites compatibles con el orden. (…) Durante su Gobierno, la pena de muerte ha estado virtualmente abolida, pues en todos los casos aconsejó al rey el indulto de los reos». La muerte violenta de Canalejas abrió una profunda crisis de liderazgo en el Partido Liberal. El entierro se celebró el 14 de noviembre por la tarde, y se le tributó honores de capitán general con mando en plaza.
https://www.elnortedecastilla.es/valladolid/el-cronista/1912-asesinato-canalejas-20200623184318-nt.html
José Canalejas, el asesinato anarquista que truncó la modernidad de España
La figura de José Canalejas arrastraba la modernidad y las contradicciones de todos los políticos de su época. La más evidente, por ser la más sencilla de ver en un somero repaso a su biografía, es la paradoja derivada entre sus creencias religiosas y su actuación legislativa en este campo. Canalejas era un católico de libro, sin tacha alguna, que observaba los oficios propios de la fe y que conservaba en su domicilio privado un oratorio. Pero también había hecho una fuerte apuesta por llevar al país a un grado de modernidad mucho más alto. Aprobó la conocida «ley del candado», de diciembre de 1910, que prohibía el asiento de más órdenes religiosas en nuestro territorio. Una decisión que no era ultramontana ni caprichosa y obedecía a dos claros motivos: evitar que se instalaran en España órdenes religiosas que habían sido expulsadas de Francia (debido a la regulación entre Iglesia y Estado que se había producido en el país galo) y, por encima de todo, calmar los ánimos y tratar de alcanzar cierta paz social. Sobre todo, después de los incidentes de la Semana Trágica de Barcelona, donde la revuelta tenía tintes anticlericales y la aparición de organizaciones de esa tendencia, que fraguarían en el nacimiento de la CNT. Su aspiración, por tanto, era una separación de mutuo acuerdo entre Iglesia y Estado, y una paulatina laicización del país para mitigar la confesión católica reconocida en la Constitución y que no hubiera brotes anticlericales en la población.
Aquí existen distintas versiones. La tradicional es que el asesino, al verse acorralado, decidió quitarse la vida. La otra, derivada de investigaciones más recientes, ha concluido que existen contradicciones. Esta teoría sostiene que Manuel Pardiñas ya había disparado más balas de las que tenía su arma y que las heridas que presentaba su cadáver no concuerdan con un posible suicidio. A partir de aquí también se han levantado algunas dudas sobre la muerte de Canalejas. El motivo es que su paseo fue improvisado y que no existía ninguna manera de que hubiera sido planeado por alguien con antelación. Las incógnitas, como suele ocurrir en este caso, se amontonan. La realidad es que José Canalejas, que ya veía venir un posible choque entre una España tradicional y otra modernizadora, falleció ese día y con él se perdió una posibilidad de que nuestro país avanzara hacia una mayor democracia. Algo que podría haber subsanado muchas de las tensiones y peligros que después se materializaron.
https://www.larazon.es/cultura/20211112/g6dxxynocfhephti356ohi5zl4.html
EDUARDO DATO
Los anarquistas también fueron los responsables del asesinato de otro presidente de España, en este caso, de Eduardo Dato. El consevador fue asesinado en la calle Serrano el 8 de marzo de 1921.
Dato circulaba de regreso a su domicilio en su coche oficial cuando fue tiroteado por una banda que le perseguía. Pedro Mateu, Luis Nicolau y Ramón Casanellas, subidos en una moto con sidecar, fueron identificados como los autores del crimen, que se efectuó tras disparar una veintena de veces, aunque solo tres resultaron mortales.
El asesinato de Eduardo Dato tuvo lugar en la plaza de la Independencia de Madrid el 8 de marzo de 1921, con el resultado de la muerte del entonces presidente del Consejo de Ministros. Eduardo Dato circulaba en su coche oficial, de regreso a su domicilio, cuando fue tiroteado por varios pistoleros anarquistas que iban en una moto-sidecar. El magnicidio provocó un fuerte impacto en la opinión pública española, al quedar en evidencia la escasa protección policial que tenía el jefe del gobierno.
La tarde del 8 de marzo de 1921 el presidente Dato, que había pasado toda la tarde en el Senado, fue recogido por su coche oficial para trasldarse a su domicilio particular, sito en el número 1 de la calle Olózaga. Tras abandonar la plaza del Senado, el vehículo continuó su trayecto por la plaza de Isabel II, la Puerta del Sol y la calle de Alcalá. El sidecar, que ya se encontraba en marcha en la plaza de Cibeles, divisó al coche de Dato y se situó veinte metros tras él. Cuando el automóvil llegó a la plaza de la Independencia redujo la velocidad para girar. Fue en ese momento cuando el sidecar se aproximó rápidamente y los pistoleros comenzaron a disparar.
Parte posterior del coche oficial en el que fue asesinado Eduardo Dato y en la que se observan los orificios de las balas.
Pedro Mateu y Luis Nicolau dispararon contra la parte trasera del vehículo oficial hasta vaciar los cargadores de sus pistolas «Mauser», realizando un total de veinte impactos. Entonces Casanellas aceleró para emprender la huida, si bien Mateu realizó dos disparos más contra la ventanilla del coche, a la altura donde se encontraba Dato. El sidecar se alejó a toda velocidad del lugar del crimen, dirigiéndose al garaje que habían alquilado en Ciudad Lineal. Mientras tanto, el chófer del automóvil, el sargento Manuel Ros, que inicialmente no se había cerciorado de lo que estaba pasando, reaccionó y aceleró; a su lado iba un ayudante, que había resultado herido en el transcurso del tiroteo. Detrás, Dato había resultado alcanzado por ocho disparos, tres de ellos mortales
La opinión pública de la época quedó sorprendida por la facilidad con la que los asesinos habían podido actuar, mientras que la prensa se mostró muy crítica por la incompetencia policial. El presidente del gobierno solo disponía de un par de policías encargados de cubrir sus trayectos en vía urbana —uno de ellos apostado en la puerta de su domicilio—. El director general de Seguridad, Fernando de Torres Almunia, presentaría la dimisión poco después.
Apenas perpetrado el magnicidio, a las 20:30 se puso en alerta a todos los puestos de la Guardia Civil situados en las cercanías de Madrid que todos los motoristas que divisasen fueran detenidos. Al mismo tiempo, los efectivos motorizados de la policía iniciaron la búsqueda de los asesinos. A los tres días de haberse cometido el atentado la policía localizó la motocicleta en el garaje alquilado de Ciudad Lineal, así como varias pistolas, munición y cargadores.
Con posterioridad algunos de los implicados declararían que con el asesinato de Dato buscaban un cambio en la actitud gubernamental ante la represión. Sin embargo, el magnicidio tendría precisamente el efecto contrario: las autoridades incrementaron la represión contra la CNT, al tiempo que aumentaron los ataques de los llamados «Sindicatos Libres» contra los militantes cenetistas. La desaparición de Eduardo Dato también dejó en una grave crisis al Partido Conservador, que perdía a su líder y a la que había sido su figura más destacada en los últimos ocho años, pues Dato había logrado en ese tiempo mantener unido al partido frente a las tensiones internas.
De acuerdo con la versión sostenida por varios historiadores, Dato habría sido asesinado ante la imposibilidad de atentar contra Martínez Anido, que se encontraba muy protegido. Cuando finalizaron las investigaciones policiales y comenzó el proceso judicial, el ministerio fiscal pidió para Pedro Mateu la pena de muerte.
Paralelamente, la policía germana detuvo a Luis Nicolau. Entonces se generó un conflicto diplomático entre ambas naciones porque en un principio Alemania rechazó su extradición por «delitos políticos»; no obstante, las autoridades alemanas terminarían aceptando extraditarle bajo la condición de que no fuese condenado a muerte. Nicolau sería custodiado hasta la frontera franco-española por los dos policías alemanes que lo habían detenido, quienes además cobraron la recompensa que el Senado español ofrecía por su detención.d Sin embargo, esto provocó que en España la fiscalía se viera ante el problema de pedir la pena de muerte para Mateu, pero no para Nicolau. Finalmente, en octubre de 1923 ambos serían condenandos a cadena perpetua. Casanellas, declarado en rebeldía, también fue condenado a cadena perpetua.
Tras la proclamación de la Segunda República en abril de 1931 los condenados se verían beneficiados por la amnistía que decretó el gobierno provisional republicano, por lo que fueron puestos en libertad. Casanellas regresaría a España en 1931, falleciendo dos años después en un accidente de motocicleta
https://es.wikipedia.org/wiki/Asesinato_de_Eduardo_Dato
La CNT de principios de los años veinte se dividía en dos sectores. El más cabal era reacio a las pistolas y seguía en sus postulados tradicionales de culturizar al proletariado como sistema para combatir al enemigo. Esta postura, victoriosa como la acción sindical en tiempos menos agitados, sucumbía ante los favorables a un continuo e inútil ojo por ojo con los matones de la Patronal y adláteres. Su hegemonía era un retroceso al pasado de la Propaganda por el Hecho, sólo erradicada con la fundación de la CNT en 1910. La rueda gira y repite eternos retornos y errores.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2021-04-03/eduardo-dato-asesinato_3016007/
CARRERO BLANCO
La CIA utilizó a ETA para asesinar en 1973 a Luis Carrero Blanco, el primer presidente del gobierno nombrado por el dictador Francisco Franco. La conexión de la CIA con ETA fue facilitada por el Partido Nacionalista Vasco. Un informe de los servicios secretos españoles asegura que el explosivo utilizado era C4, “fabricado en Estados Unidos para el uso exclusivo de sus Fuerzas Armadas”. Con el asesinato de Carrero, la Administración Nixon eliminaba la oposición del almirante a la renegociación sobre las bases militares y a la entrada de España en la OTAN. También cancelaba la amenaza de una colaboración del gobierno español con el francés para compartir la fabricación de armamento nuclear. Y además aumentaba la necesidad que el príncipe Juan Carlos tenía del apoyo de Washington. Estados Unidos establecía las condiciones de lo que iba a ser su intervención para conducirla transición después de la muerte de Franco.
Todo esto y mucho más es lo que cuenta Pilar Urbano en su libro “El precio del trono”, recientemente publicado. Según Urbano, “Kissinger tenía que saberlo porque, como presidente ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional, no debía desconocer determinadas operaciones de alto calibre político si en ellas estaba incursa la CIA”. Y añade que el atentado era “la utilización o dirección a distancia de unos elementos subversivos terroristas para ejecutar un magnicidio que fulminaría no sólo a un jefe de gobierno, también al sistema autoritario que él encarnaba”. Su conclusión es que “la CIA había intervenido en distintas fases del proyecto: propuso el objetivo Carrero, reorientó a ETA para que su plan de secuestro fuese plan de eliminación, facilitó el hallazgo casual de un lugar desde donde cometer el atentado y puso el explosivo necesario”.
Poco antes de la voladura de Carrero, Kissinger había recibido el Premio Nobel de la Paz por las tramposas negociaciones sobre la guerra de Vietnam.
El relato que resumo a continuación es el que construye Pilar Urbano en su libro. En lo fundamental, confirma las denuncias de las investigaciones antifranquistas que se han acumulado desde entonces: la CIA intervino en el asesinato de Carrero y Estados Unidos apadrinó al rey Juan Carlos para conducir la transición imponiendo sus intereses. Pero la versión de Urbano añade la supuesta responsabilidad personal de Kissinger. Y nos hace plantearnos la pregunta imprescindible: ¿por qué una periodista del Opus, bien relacionada con la familia real y con la política estadounidense, denuncia de manera contundente la implicación de la CIA en el asesinato de Carrero y la intervención de Estados Unidos para diseñar y manejar la transición con la complicidad de la monarquía?
EXPLOSIVO MILITAR ESTADOUNIDENSE
El 14 de setiembre de 1972, en un hotel de Madrid, un desconocido entregó al etarra Joseba Mikel Beñaran Ordeñana, Argala, un mensaje sin remitente. Le había dado la cita un amigo del ámbito nacionalista cuyo protagonismo permanece en la sombra. Era un sobre con una nota mecanografiada: El almirante Luis Carrero Blanco, vicepresidente del gobierno, acude todos los días laborables a la misa de las nueve de la mañana que se celebra en la iglesia de los jesuitas situada en la calle de Serrano, frente a la embajada de Estados Unidos. Lleva muy poca protección de escolta y recorre siempre el mismo trayecto.
ETA decidió secuestrar a Carrero y Joseba Iñaki Mujica Arregi, Ezkerra, se ofreció para dirigir la operación. Se había incorporado a ETA con quinientos compañeros de las juventudes del PNV. Según Urbano, la CIA orienta a ETA hacia Carrero a través de los servicios secretos del PNV que mantenían una comprobada relación con las agencias de seguridad de Estados Unidos desde las vísperas de la segunda guerra mundial. La conexión se establecía mediante “personas de arraigada confianza para la CIA que eran también de arraigada confianza para ETA”.
Ezkerra propone convertir el secuestro en asesinato pero se opone el jefe militar Eustakio Mendizábal Benito, Txikia. Un soplo a la policía permite el cerco a Txikia en la estación de Algorta y lo acribillan cuando intenta huir. Los etarras encuentran por casualidad el sótano que alquilan en la calle de Claudio Coello. El dueño lo tenía en abandono pero una misteriosa llamada, con una buena oferta que luego se desvanece, lo convence de ponerle el cartel de alquiler que los etarras descubren en la zona por donde buscaban. En la ruta de Carrero.
Abren un túnel desde el sótano para colocar los explosivos debajo del asfalto. El 20 de diciembre de 1973 el coche de Carrero vuela como consecuencia del efecto chimenea: una tremenda explosión vertical sin dispersiones en ataque directo contra el objetivo.
El juez Luis de la Torre Arredondo, al que le arrebataron el sumario para pasárselo a la jurisdicción militar, comprobó con los expertos que la explosión no pudo ser provocada con la dinamita que ETA dijo que había utilizado. En una entrevista para Interviú, en 1984, el magistrado llegó a decir que “iba teniendo la convicción cada vez más sólida de que la CIA supo que iban a matar a Carrero, que la CIA estaba detrás”. Le ocultaron el informe con el resultado de la investigación que el Grupo Operativo de los Servicios Secretos de Información había realizado tomando muestras en el cráter provocado por la explosión. Urbano explica que, aunque ese informe sigue siendo materia reservada, veteranos agentes de los servicios secretos le han confirmado su existencia y contenido.
Lo que se había utilizado era C4, un potentísimo explosivo plástico que “sólo se fabricaba en Estados Unidos para el uso exclusivo de sus Fuerzas Armadas”. El relato de la periodista sugiere que la CIA cambió el explosivo del túnel cuando los etarras dejaron el sótano sin vigilancia al aplazar el atentado por la visita de Henry Kissinger. Camuflado en la delegación del Secretario de Estado, vino a Madrid el Jefe de Operaciones de la CIA, William Nelson. Con él se reunió Kissinger en su embajada después de una larga sesión con Carrero en la que le impuso el compromiso de mantener un secreto total sobre la conversación.
Urbano cuenta que en ese encuentro Carrero se mantuvo en su posición de no renegociar el acuerdo sobre la utilización de las bases militares en España si no se establecía un tratado bilateral de defensa mutua con Estados Unidos. Y le advirtió a Kissinger que, si la OTAN no quería a España por la dictadura de Franco, no le quedaría otra posibilidad que aceptar la propuesta de Francia para compartir la fabricación de armamento nuclear. Según Urbano, Carrero le entregó a Kissinger un informe de la Junta de Energía Nuclear explicándole que España tenía yacimientos de uranio y la tecnología francesa de la central de Vandellós para conseguir plutonio.
LOS SEÑORES DE LOS HILOS
Durante la preparación de la Operación Ogro (el asesinato de Carrero), desde el 14 de septiembre de 1972 hasta el 20 de diciembre de 1973, hubo tres cambios de director en la CIA pero se mantuvo como subdirector el general Vernon Walters. Había sido el intérprete en las visitas a Madrid de los presidentes Eisenhower (1959) y Nixon (1970). En 1971, Nixon envió a Walters con un mensaje personal para Franco. Nixon le dijo a Walters: “Sin democracia no pueden estar en la OTAN y con democracia pueden no querer estar en la OTAN. Hay que reforzar el estatuto de nuestra presencia en sus bases”. Nixon le planteaba a Franco dos posibilidades: entronizar a Juan Carlos y quedarse al mando de las Fuerzas Armadas o nombrar a un presidente del gobierno que sintonice con el príncipe. Franco nombró presidente del gobierno al almirante Luis Carrero Blanco.
Para Estados Unidos, era un obstáculo en la dominación militar y un cerrojo para la democratización. Sin Carrero, bases sí y OTAN también.
Sin Carrero, una democracia contenida y diseñada por Washington. Sin Carrero, un Juan Carlos entregado a Estados Unidos como precio del trono. Cuando Ford visitó Madrid, el príncipe Juan Carlos le anticipó al embajador Wells Stabler lo que le iba a decir al presidente, “que él estaba al margen de la interminable negociación de las bases y que, cuando reinara, estrecharía mucho más los vínculos con Estados Unidos porque consideraba crucial esa relación para la política exterior española”.
Pilar Urbano señala al general Walters junto a Kissinger en la Operación Ogro. En 1973, con los sucesivos cambios en la CIA, Walters ocupó durante dos meses el puesto de mando en la agencia. En ese periodo de dirección interina, Ezkerra ascendió a la jefatura en todas las instancias de decisión militar en ETA y la operación se reorientó de secuestro a asesinato. A Ezkerra, que nunca fue acusado por el asesinato de Carrero, lo detuvieron en 1975. Dos años después lo sacaron de la cárcel para enviarlo temporalmente a Oslo por presiones del PNV y finalmente lo acogió la amnistía general.
En octubre de 1947, el general Marshall, Secretario de Estado, le llevó al presidente Truman un informe de su gabinete de planificación política sobre las relaciones con España. Una nueva orientación se desarrolló desde entonces: Dejemos de manifestarnos abiertamente hostiles con el régimen de Franco y trabajemos de ahora en adelante para normalizar con sutileza las relaciones políticas y económicas. En 1968, los que Urbano denomina los señores de los hilos, el Club Bilderberg y el Consejo de Relaciones Internacionales, a los que se añadiría en 1975 la Comisión Trilateral, decidieron que Juan Carlos debería ser designado sucesor. Así lo hizo Franco en 1969. Los señores acordaron también hacerle al príncipe un seguimiento durante cinco años.
En 1973 anunciaron que “está perfectamente preparado para reinar”. Durante la agonía de Franco, el embajador Wells Stabler le presentó a Juan Carlos un guión para el cambio, aprobado por Kissinger. “Los señores de los hilos -asegura Urbano- le marcaban los límites en el escenario, en los actores, en el ritmo de la acción y en el libreto que debía interpretar”. Estados Unidos -añade- “decidió que en España apoyaría un cambio de régimen hacia la democracia sin prisa, gradual y parsimonioso”.
https://www.elotropais.com/index.php/reportajes-estenumero-42/313-kissinger-en-el-asesinato-de-carrero-n-59
Caso de Antonio Maura: el presidente de España que sobrevivió a varios atentados
Antonio Maura también sufrió varios atentados, pero logró sobrevivir a todos ellos. En uno de ellos, que tuvo lugar el 12 de abril de 1904, en Barcelona, Joaquín Miguel Artal se dispuso a atentar contra el líder español en aquella época.
El anarquista se acercó al Presidente del Consejo de Ministro, que se encontraba junto al Rey en un acto oficial. Maura pensaba que era una petición, hasta que sacó un puñal y, al grito de “¡Viva la anarquía!”, intentó clavárselo. Entre la resistencia de Maura al ataque y los pliegues del traje de uniforme que vestía impidieron que el arma atravesaran su costado izquierdo, y todo quedó en una herida.
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