Por Almudena Zaragoza
Este artículo fue publicado originariamente por https://somosbacteriasyvirus.com/. Lea el original.
Pese a que ha quedado claro que todo fue un engaño, seguimos sumidos en una enorme confusión de información tóxica.
Mucho se ha hablado sobre el famoso virus de pangolín y murciélago llamado SARS CoV 2 que presuntamente asoló el mundo en el año 2020. Millones de líneas escritas se han publicado sobre la que muchos llamamos cariñosamente “plandemia” (en honor a aquel primer vídeo de la Dra. Judy Mickovits que circuló en los momentos más oscuros).
En ese corto y revelador documental que os comentaba, Judy nos habla de la enorme corrupción del sistema médico – científico, del perverso Dr. Fauci y de los terroríficos virus de ganancia de función, unos constructos artificiales de laboratorio que dan mucho, mucho miedo. Según esta hipótesis, son los laboratorios con sus cultivos de virus en células de fetos humanos, cancerígenas o de hígado de mono, los que crean “súper virus” que son los que realmente causan las epidemias. Una variante de la historia del encuentro accidental de pangolín y murciélago, que muy ingeniosamente han alimentado los medios masivos de comunicación, regados con dinero de las farmacéuticas. Pero ¿Por qué pegarse un tiro en tu propio pie? Muy sencillo, porque lo que realmente importa es que la gente siga pensando que el contagio es posible. ¡Esa es la idea!
En 2020, el escenario “conspiranoico” estaba servido, un villano malvado llamado Bill Gates, un lugar exótico, Wuhan, su mercado de pescado, un pangolín descuidado, un murciélago rabioso y una expansión mundial de contagios.
Tras el susto inicial, algunas personas comenzaron a revisar la documentación, sobre todo personas que ya habían destapado engaños anteriores como el del VIH. En seguida, aparecen las primeras voces alertando que el malvado virus SARS CoV 2, no ha sido aislado.
El término aislamiento sigue siendo un misterio para muchas personas, que lo han llegado a equiparar a que algo que no ha sido aislado es porque no existe. ¡Error! Algo que no ha sido aislado, existe, pero no ha podido ser separado del resto de componentes que lo conforman. Y ahí está el matiz de la trama de los virus patógenos, que en todos los artículos donde se afirma que se aíslan, en realidad, jamás estas famosas biomoléculas protagonistas de este “thriller”, se separan de los componentes celulares a los que pertenecen. Esta afirmación alude directamente a la revisión del primer artículo científico que presentó al virus SARS CoV 2 al mundo y, ¡efectivamente!, en el artículo no realizan un aislamiento de ninguna partícula viral, ni experimentos de control que descarten las condiciones del propio experimento como causa de la muerte celular. Y esto es así, aquí y en la China occidental.
Es curioso que los científicos de las farmacéuticas nunca son capaces de separar eso que llaman virus patógenos de la célula de donde salen y tampoco de encontrar esos mismos virus malotes solitos en el aire, aun siendo tan contagiosos. Siempre hace falta un elaborado escenario de laboratorio con células totipotentes de mono o cancerígenas en tubos de ensayo con antibióticos y sin nutrientes, para demostrar la “patogenicidad” del virus y como no, sin experimentos de control una vez más.
También ocurre que tratan de hacernos creer que secuenciación es aislamiento y por supuesto, ambas técnicas de laboratorio nada tienen que ver. En la primera se caracteriza una secuencia de ADN o ARN que puede ser de nuestro genoma o de las bacterias y virus que viven de forma normal en nuestro cuerpo, un aislamiento es separar esos presuntos patógenos de la célula de cultivo y demostrar que son la causa de la enfermedad.
Es una práctica totalmente anticientífica que creen escenarios tan sumamente antinaturales para demostrar que los virus son patógenos, si de verdad fuesen tan peligrosos, jamás haría falta esa escenificación. Se cogería un esputo de un enfermo y al visualizarlo en el microscopio ya veríamos millones de partículas infecciosas, que al inocular en un sano, producirían el mismo cuadro de enfermedad. Esto jamás se ha demostrado empíricamente, se intentó en los experimentos de Salisbury, pero fracasó, os lo cuento más abajo. Y aunque en las publicaciones afirmen que aíslan estas partículas virales, en realidad nunca las separan del resto del cultivo, ni demuestran que sean la causa de la enfermedad.
Los virus son biomoléculas que conforman la vida, son ladrillos, por sí solos son inertes, no están vivos y no operan de forma individual, sin la maquinaria celular son inviables, de hecho son las células las que los sintetizan porque son mensajes de comunicación celular.
Este relato de retrovirus nos suena familiar por su parecido exacto al lucrativo y sangriento negocio del VIH en los 80 y las súper cepas de la gripe de los 90 y 2000, que, al ser virus endógenos, es decir, componentes de nuestro genoma, de nuestros cuerpos, nunca aparecen fuera de las células donde se cultivan. ¡Qué raro para una biomolécula contagiosa!
A pesar de todas las evidencias de timo, había que inventar un nombre para la enfermedad que causaba este virus de pangolín y murciélago que iba por el aire y asfixiaba a sus víctimas y ese fue COVID 19, porque (síndrome agudo respiratorio severo segunda parte) sonaba muy feo y en la práctica no cuadraba con los síntomas, ya que muchas personas que según las pruebas PCR estaban contagiadas ni se enteraron. ¡Qué curioso era este asesino! ¿Recordáis que tenía horarios y actuaba según estuviese en una u otra Comunidad Autónoma?
Nunca circuló ningún virus, siempre fue una “plandemia” de pruebas RT-PCR y muertes por iatrogenia (es decir tratamientos médicos innecesarios). Numerosos fueron los testimonios de familiares que, al llegar aterrorizados al hospital, dieron positivo en la dichosa PCR, los medicaron con antivirales, acabaron entubados y murieron. Y sobre nuestros abuelos… Estremece recordar que el terror y los mórficos, fueron su sentencia final.
Debido a que estos hechos son de enorme gravedad, conviene llamar a las cosas por su nombre, y sobre todo, apelar a la claridad y la transparencia. El único y verdadero pilar de este “cuentagio” consistió, no en tener terribles síntomas de asfixia por un virus volador, sino en dar positivo en una prueba diseñada por un laboratorio con una metodología totalmente anticientífica, pero de enormes beneficios, que fue sistemáticamente denunciada por muchos profesionales. La famosa PCR.
¿Cómo se puede afirmar que circula un virus, si los casos que cada día se emitían en televisión, en realidad fueron pruebas RT-PCRs positivas?
O circula un virus o nos están engañando con unas pruebas fraudulentas, vamos a aclararnos, porque si de verdad hubiese virus mortal, ¿para qué harían falta estas pruebas? Los síntomas hablarían por sí solos y cada enfermo provocaría en todos los individuos de al rededor idéntico cuadro clínico. Obviamente, esto jamás fue así. Yo misma estuve con muchísimos positivos en PCR y ningún virus mortal me atacó, aunque seguro que los oficialistas dirán que soy asintomática, es decir, sana, una amiga de los virus. Su aliada para ser exactos. ¡Cuántos términos han inventado para que nos creamos la mentira! Sólo con pervertir el lenguaje, ya crean escenarios que las personas creen que son realidad.
Cualquier biólogo de bata (desempleado) sabe que las PCR no son pruebas para diagnosis, aunque se usen con tal fin. Sin un cultivo viral que las respalde, un positivo no indica absolutamente nada y obviamente estos cultivos del virus mortal jamás se hicieron. El propio Ministerio de Sanidad español reconoció de forma oficial que no disponían de cultivos del virus SARS CoV2, ni siquiera de un registro de laboratorios con capacidad de cultivo ¡Qué vergüenza!
Los seres vivos complejos somos muy difíciles de imitar utilizando sólo una placa de Petri, en un laboratorio. Todos los estudios de virus presuntamente mortales se hacen en condiciones controladas con variables, que en la naturaleza, no se cumplen. Así que afirmar que en un laboratorio se ha creado un virus muy malvado, tiene una sencilla contestación ¡Que intente salir al mundo real a ver qué pasa! De hecho los estudios hablan de que estos virus artificiales, fuera de los modelos de laboratorio, son muy inestables.
Aunque manipular los componentes de la vida es sin duda poco ético (debería ser ilegal), el paradigma del que parten estos experimentos de ingeniería genética está tan alejado de la realidad, que nunca consiguen aquello que pretenden, excepto el miedo del que se nutren. Éstas biomoléculas llamadas virus son componentes de la vida y no asesinos, por lo que por mucho que retorzamos la verdad, ésta acabará aflorando.
Por supuesto que las prácticas poco éticas de las farmacéuticas causan daño, no debemos contaminar nuestro cuerpo con estas inyecciones génicas o habrá consecuencias. Pero esta premisa también se puede aplicar al oxígeno que respiramos, del que no se nos ocurriría inyectarlo en nuestras venas.
Es digno de mención, que tanto los cebadores de la prueba RT PCR para SARS CoV 2, como la secuencia de la famosa proteína spike vacunal son idénticos a fragmentos de ARN y proteínas que se encuentran de forma natural en los humanos. ¿Cómo se puede afirmar que fue un virus la causa de la enfermedad o que los vacunados producen proteína Spike tóxica contagiosa, si ambas estructuras biológicas son idénticas a moléculas que están de forma habitual en nuestro cuerpo? Afirmaciones así sólo alimentan el miedo de forma infundada. Y buscar una entre millones de publicaciones científicas (pagadas por las farmacéuticas) que nos den la razón, no es ni mucho menos una manera de validar nuestra hipótesis. ¿Puede ser una proteína vacunal que es idéntica a las nuestras, tóxica? ¿Puede detectarse descartando nuestras propias proteínas? Éstas son las preguntas que debemos hacernos y la respuesta está en la Biología y ésta no miente.
Los biomarcadores que se han detectado en vacunados como los interferones, son un mensaje del cuerpo que nos dice que éste ha detectado estas tecnologías como foráneas, y por tanto, no cumple con las directrices de una farmacéutica. Es absurdo pensar que estas empresas saben más que la propia vida, no les concedamos más poder del que ya tienen. Tienen buenas campañas de propaganda y se manejan bien en ingeniería social, nada más.
El contagio, por tanto, no es más que un término inventado que tiene su origen entre los siglos XV – XVI cuando no se sabía de donde provenían las enfermedades y se pensaba que había unos seres invisibles que las provocaban. Con el descubrimiento del microscopio vieron la luz estos falsos gérmenes y las incipientes farmacéuticas con Pasteur a la cabeza, descubrieron un negocio redondo. “Un monstruo invisible que causa enfermedad y está por todos sitios” ¡Perfecto! Sin embargo, existen numerosas obras que destaparon el fraude en los experimentos de Pasteur y sacaron a la luz una personalidad ávara y perversa, que cuenta como murieron niños tras ser utilizados como conejillos de indias o como se trepanaban perros para intentar de forma psicótica transmitirles la rabia. ¡No importa que la realidad no encaje con mis hipótesis, si tengo que matar para tener razón adelante! – así debió pensar Pasteur. Incluso existe una obra que ilustra sus engaños basada en las notas de laboratorio del propio puño y letra de Pasteur. Nada más que añadir.
Una de las cosas que más me ha sorprendido al profundizar en este tema del contagio, es que muchas personas que lo defienden en realidad no saben que es. Contagio es enfermedad por contacto, sencillo. Yo me acerco a alguien y un “malvado germen” que vive conmigo, llega a esta segunda persona y la hace enfermar. Numerosas veces me han puesto de ejemplo, que aunque bacterias y virus está claro que no son asesinos, pacientes con ciertos síntomas por resonancia de alguna manera, hacen que otros imiten estos síntomas. Pues bien, sin descartar que exista un factor ambiental que esté provocando esta respuesta en este grupo de personas, no se puede afirmar ningún contagio. Además, la resonancia no es contagio.
El frío, los tóxicos ambientales, radiaciones, incluso las emociones como el miedo, está más que documentado que pueden afectar el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, así que no hay nada de contagio aquí. Incluso las enfermedades zoonóticas como la rabia, no se transmiten de humano a humano, porque son sepsis en la sangre que nada tienen que ver con contagios. De hecho, la prestigiosa vacuna de la rabia de Pasteur fue prohibida por las muertes que causaba. De otras enfermedades de la antigüedad como la viruela sólo hay que leer el libro original de Jenner y su famosa vacuna para ver que no hay ciencia detrás y las muertes que causó la vacuna original, por definición, la que se hacía con pus de vacas y caballos, nos dan una pista de lo desencaminado que iba. Tanto fue así, que hubo revueltas de comunidades enteras como la de Leicester, porque habían perdido a numerosos familiares tras inyectarles el mejunje. Del resto de enfermedades como el sarampión, la varicela, la tos ferina, etc. cabría profundizar en maravillosas obras como la de la enfermera Florence Nightingale y la brillante doctora Suzanne Humprhies, en las que descubres que son las condiciones de higiene y alimentación las que causan las enfermedades y que una vez que estas condiciones mejoran, la enfermedad desaparece.
Es importante tirar abajo el contagio porque es lo que justifica las medidas de confinamiento, las mascarillas y el distanciamiento social que nos han obligado a interiorizar. Sólo hay que mirar a los ojos de un niño en su escuela con la mascarilla puesta, para darse cuenta del daño psicológico que esta idea de enfermedad por contacto, sin base empírica, supone. Por lo que parece más que justificado, investigar si de verdad tiene fundamento o sólo es una herramienta más que sirve al BigPharma. Para este fin, es imprescindible revisar los experimentos de Salisbury. Muy poca gente sabe que se construyó todo un complejo con estancias y laboratorios diseñado para confirmar objetivamente el contagio por aire, gotículas o contacto, que supuso un fracaso total para los investigadores. No hubo contagio por ningún sitio, pese a todos los esfuerzos, confirmándose que era el frío y la humedad la causa principal de gripes y resfriados (lógico). Lo más revelador de todo, es que la idea principal no era descubrir si es el contagio la causa de las enfermedades, sino tener conejillos de indias para desarrollar la primera vacuna de la gripe de la historia, cultivada en huevos de gallina. Un negocio tan lucrativo que hoy en día se sigue pinchando. ¿Esto no nos da ninguna pista del cuento? Está claro contagio = negocio.
Ni siquiera la terrible gripe de 1918 tiene detrás el contagio, si uno revisa las vacunaciones masivas con compuestos experimentales que tuvieron lugar en las bases militares y accede a los testimonios de los supervivientes como Ida Honorof o Eleanor McBean, averiguará que no hay ningún virus a la vista.
Desde luego, las pruebas apuntan a que es un enorme engaño que se hace más patente todavía si observamos la Naturaleza, cosa que deberíamos hacer más a menudo. Se ha medido la abundancia de bacterias en el mar y hablamos un millón por mililitro de agua. Estas fábricas microscópicas son responsables del 98% de la producción primaria y median todos los ciclos biogeoquímicos en los océanos. La abundancia de virus marinos que acompañan a estas bacterias con entre 5 y 25 veces el número de bacterias. Desde luego, ¡son numerosos los asesinos que nos acechan! Sin duda, la idea de patógenos se desvanece cuando se comprueba que controlan los ciclos biogeoquímicos del planeta como el del carbono, nitrógeno o azufre, hacen posible que llueva o nieve, se encuentran en los tubos digestivos y demás cavidades de todos los seres vivos, incluidos los humanos y son los responsables de la transferencia horizontal de genes para perpetuar la vida. Por no hablar de que se encuentran en todos los genomas de los seres vivos del planeta formando parte de sus células (de ahí que sea imposible aislarlos) son componentes de la vida, por sí solos no pueden desarrollar sus funciones.
¿Se puede ser un asesino y componente esencial de un ser vivo? Que cada cual responda. Según las farmacéuticas sí, hay virus buenos y malos, como si una biomolécula que ni siquiera está viva, pudiese tener planes para conquistar el mundo o ser un simpático amiguete.
En este escenario de engaños, dinero e intereses, debemos evitar las contradicciones y procurar no sembrar más miedo y confusión para no agravar la situación imperante. Por eso, muchos hemos optado por ir a la raíz del problema, el contagio y los gérmenes como causa de las enfermedades, no tienen base científica, y por tanto, son propaganda.
Si siendo crítico con el sistema corrupto que nos rodea, aún no has llegado a esta conclusión final, no te lo tomes como un ataque personal, los que apostamos por denunciar el fraude del contagio sólo hemos avanzado un peldaño más y como el colibrí de la fábula guaraní, llevamos gotas en el pico tratando de apagar el incendio pese al escepticismo de los que nos rodean. Y todo por un simple motivo: hacemos nuestra parte con la esperanza de que, si todos actuamos así, el lucrativo negocio del “cuentagio” de monstruos y vacunas… Colorín colorado, se habrá acabado.
Videoteca para completar.
Lecturas recomendadas citadas en el artículo.
- La ciencia privada de Pasteur. 1995 Gerald L. Geison.
- Bechamp o Pasteur. Un capítulo perdido en la historia de la Biología. Ethel Douglas Hume.
- Pasteur: Plagiador, impostor la teoría del germen refutada. 1942 R.B. Pearson.
- Desvaneciendo ilusiones. Las enfermedades, las vacunas y la historia olvidada. Suzanne Humpries y Roman Bystrianik.
- Las causas y efectos de la vacuna de la viruela. Una enfermedad descubierta en algunos condados de Inglaterra y particularmente en Gloucestershire conocida como la viruela de la vaca. Edward Jenner.
- Cazadores de microbios. 1998, Paul de Kruif.
- The influenza Pandemic of 1918 and Its Effects on the United States Military. Jennifer Geroge.
- Flu: The Story of the Great Influenza Pandemic of 1918 and the Search for the Virus That Caused It. Gina Kolata.
- Vaccination, the silent killer: a clear and present danger. Eleanor McBean & Ida Honorof.
- Notas sobre Enfermería, 1ª ed., 1.860. Florence Nightingale.
- A report on antimeningitis vaccination and observations on agglutinins in the blood of chronic meningococcus carriers. 1918, Frederick L. Gates.
- The natural history of common cold. 1949 C. H. Andrews
- Further studies on the transmission of the common cold. 1952 J. E. Lovelock et al.
- 1919, Alfred F. Hess Need of further research on the transmissibility of measles and varicella.
- 1919, Dr. A. W. Sellards. Insusceptibility of Man to Inoculation with Blood from Measles Patients.