Charo, afectada con Sensibilidad Química Múltiple tras su intoxicación prolongada con Mercurio.

Sobre la intoxicación por mercurio y los problemas de salud derivados

Charo de 74 años, sufrió durante gran parte de su vida graves problemas de salud. Los problemas empezaron a partir del año 1974, con problemas digestivos, reacciones cutáneas, problemas de insomnio y fatiga; y fueron intensificándose a lo largo del tiempo, a través de diferentes exposiciones a sustancias tóxicas.

Charo no relacionaría la colocación de la amalgama dental como la causa de estas enfermedades que empezaba a desarrollar.

En el año 1997, con el cuerpo lleno de llagas y úlceras, le realizan numerosas pruebas de alergia y finalmente le diagnostican alergia severa al Tiomersal, un derivado del Mercurio, utilizado en vacunas y diferentes productos de limpieza y cosmética.

Sin embargo, ella sigue sin establecer una relación causa-efecto y en el año 2004 se coloca su última amalgama dental, llevando en ese momento 10 amalgamas de mercurio en su boca.

En el año 2005 le diagnostican Fibromialgia pero Charo no descubre la causa de las afectaciones hasta el año 2010, cuando un médico amigo le recomienda retirarse sus amalgamas por ser posible causa de sus problemas de salud.

La retirada de la amalgama por un dentista que desconocía los protocolos de retirada de mercurio, desencadena una de las peores crisis de salud en la vida de Charo. A partir de ese momento adquiere consciencia de su estado de intoxicación y  su posible origen, entrado en contacto con mercurados.org. Un hecho, que según palabras de Charo, le salvó la vida.

La única terapia médica disponible para esto enfermos es la QUELACIÓN, o desintoxicación química. Una terapia médica muy especializada, que actualmente no se estudia en España y por tanto, aplican muy pocos profesionales médicos. Esta técnica tiene un coste muy elevado y no tiene cobertura  por la seguridad social ni por las compañías aseguradoras. Someterse a la innumerables quelaciones, para poder eliminar los metales pesados de los tejidos del cuerpo, tiene un coste económico prácticamente inasumible para la mayoría de los afectados.

Charo puede considerarse afortunada porque pudo “malvender” las numerosas propiedades que poseia y, a cambio, salvar su vida, a través de numerosos tratamientos médicos quelantes que le han permitido llegar a los 74 años con una relativa calidad de vida.

Sobre la Sensibilidad Química Múltiple

La Sensibilidad Química Múltiple (SQM) es una enfermedad reconocida en España desde Noviembre de 2015 con el código ICD 995.3.

La Comisión Canadiense de Derechos Humanos en el año 2007 define así la enfermedad:  «La Sensibilidad Química Múltiple (SQM) es la denominación más utilizada para describir un síndrome complejo que se presenta como un conjunto de síntomas vinculados con una amplia variedad de agentes y componentes que se encuentran en el medio ambiente, presentándose dichas reacciones con una exposición a niveles comúnmente tolerados por la mayoría de las personas».

Esta definición se recoge en nuestro país en el Documento de Consenso del Ministerio de Sanidad, 2011.

Es multisistémica y de curso crónico, está caracterizada porque se producen procesos inflamatorios y degenerativos. 

El desencadenante puede corresponder a una simple exposición a altas dosis o la exposición múltiple y repetida a una o más sustancias a lo largo del tiempo. En el inicio de la afección las exposiciones que se describen con mayor frecuencia incluyen plaguicidas y solventes orgánicos.

Es una enfermedad que se caracteriza porque puede convivir con otras enfermedades comórbidas como Fibromialgia (FM), Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), o Electrosensibilidad (EHS).

Los estudios realizados hasta la fecha sugieren un posible origen multifactorial de la SQM; en el desarrollo de la enfermedad, parecen estar implicados diversos mecanismos de toxicidad, órganos y sistemas a nivel molecular, bioquímico, fisiológico y estructural. Es muy probable que el sistema nervioso central (SNC), el sistema inmunológico y el sistema endocrino participen en la respuesta toxicológica que se observa en el desarrollo de la SQM, mediante alteraciones en los mecanismos de interregulación existentes en estos sistemas. 

Actualmente, no existen estudios concluyentes que atribuyan el origen de la SQM a factores genéticos, ni tampoco se dispone de pruebas concluyentes que sitúen su origen en factores psicológicos y/o psiquiátricos. A medida que se avanza en el conocimiento de la SQM, predominan los estudios que orientan la investigación hacia un origen orgánico tóxico y disminuye el número de trabajos que hacen referencia a una causa psicopatológica.​

Los agentes que desencadenan la enfermedad son múltiples, variados, no relacionados entre sí y presentes en nuestra vida diaria; existen numerosas y amplias listas referidas en diferentes publicaciones y artículos. Los compuestos que se repiten con más frecuencia como causantes de SQM son los siguientes:

  • Productos de limpieza del hogar (lejía, amoníaco, salfumán, zotal, limpiacristales, friegasuelos suavizantes, y otros)

  • Productos de cosmética e higiene personal (colonias, cremas corporales, jabón, gel de baño, cosméticos, laca, desodorante, champús, y otros)

  • Disolventes y pinturas (acetona, barnices, pegamentos y disolventes en general)

  • En espacios interiores (aire acondicionado, ambientadores, humo de velas, incienso, tintas de periódicos y revistas, sprays y otros)

  • En la vía pública (gasolina/gasoil, asfalto, alquitrán, humo de los tubos de escape y otros)

  • Humos (tabaco, barbacoas, cocción de alimentos, brasas, fritos, fuegos artificiales, incendios y otros)

  • Alimentos, aditivos y contaminantes alimentarios (maíz y azúcar de maíz, residuos de plaguicidas, fungicidas, colores artificiales, edulcorantes, conservantes alimentarios, ceras de protección y materiales de empaquetado)

  • Contaminantes del agua y aditivos ingeridos a través del agua de consumo humano.

  • Fármacos y productos de consumo habitual (ácido acetil salicílico, barbitúricos, sulfonamidas, diluyentes, saborizantes, conservantes, aceites minerales, lociones, laxantes, vitaminas sintéticas, cintas adhesivas, cosméticos, perfumes, champús, productos de higiene personal, adhesivos dentales, sales y aceites de baño, camas de agua, rotuladores de punta de fieltro, abrillantadores, pulidores, piscinas cloradas, contrastes radiológicos, lentes de contacto y componentes de plásticos liberados de material médico).

  • Principales intolerancias ambientales:

    • Exposición solar

    • Exposición a ondas eléctricas (redes o conducciones de electricidad, electrodomésticos)

    • Ondas magnéticas (microondas, aparatos de electromedicina, telefonía, electroimanes)

    • Ondas sonoras (ruido intenso o persistente)

Fuentes:

https://www.sfcsqm.com/sqm