Por Juan López Páez
En mayo 2023 el Gobierno de Ucrania y el vicepresidente Philipp Hildebrand de la corporación estadounidense BlackRock Financial Market Advisory firmaron el acuerdo para la creación del Fondo de Desarrollo de Ucrania (UDF), institución financiera para la reconstrucción del país.
La colaboración del Gobierno de Zelenski con BlackRock comenzó en septiembre del 2022, cuando el New York Times informó de las negociaciones del presidente ucraniano con el jefe de la empresa, Larry Fink, para la creación de cierto fondo de reconstrucción.
Las partes firmantes siguieron lo establecido en el Memorando de Entendimiento (MoU) firmado en noviembre de 2022 por el Ministerio de Economia de Ucrania y BlackRock. En concreto, el fondo movilizará capital para llevar a cabo la reconstrucción del país centrándose en sectores como la energía, las infraestructuras, la agricultura, la industria y tecnologías de la información (TI).
Algunos expertos creen que Kiev pretende pagar sus deudas de esta forma, el país pasará a ser propiedad del capital transnacional. En realidad, vendrá a poner punto final a la venta total de los activos principales del Estado ucraniano: desde sus tierras negras hasta sus redes eléctricas, incluidos los fondos de ayuda internacional. La lista de los activos ucranianos incluye valores de las siguientes empresas: Metinvest, DTEK (energía), MJP (agricultura), Naftogaz, Ferrocarriles de Ucrania, Ukravtodor y Ukrenergo.
También se administrará la deuda pública ucraniana que, según el Ministerio de Finanzas del país, a finales de marzo alcanzó 119.900 millones de dólares, es decir, un 78 % de su PIB a finales del 2022.
Como apunta Vladímir Vasíliev, el caso la implicación de BlackRock parece lógica:
“En caso de quiebra de Ucrania, surgirá el problema de los servicios de deuda y de la gestión de los activos restantes, y entonces las funciones de BlackRock pasarán a primer plano. Actualmente, la dependencia por apalancamiento financiero es seguramente el método de gestión exterior más eficaz que existe. Esta práctica sirvió de base incluso para el Plan Marshall en cuanto a las obligaciones de deuda de Alemania”.
La compañía BlackRock, Inc. es la primera del mundo que lidera un nuevo capitalismo más monopolista y largoplacista. Su valor a 1 de enero del 2023 alcanzó 8,594 billones de dólares, lo que equivale aproximadamente a la suma del PIB de Alemania y Francia.
BlackRock es un efecto de las tendencias del capitalismo: tendencia a la acumulación del capital, a la financiarización y al monopolio. Fue seleccionado por la Reserva Federal norteamericana (Banco central) para el programa de estímulo financiero y gestionar el sistema de salvatajes que significa la QE4 (flexibilización cuantitativa) y «ayudar» a la Fed a comprar miles de millones de dólares en bonos y valores para sostener a las Corporaciones que dominan la economía capitalista mundial y «estabilizar el mercado de bonos», uno de los instrumentos más importantes de política monetaria.
La “flexibilización cuantitativa” es el nombre que se le da cuando la Reserva Federal compra deuda directamente emitida por el Tesoro de EE. UU. o deuda respaldada por hipotecas que está garantizada de alguna manera contra el incumplimiento por parte del gobierno federal.
Sin embargo, no es la única peculiaridad, BlackRock ejerce una influencia política inmensa en todo el mundo. Es el principal acreedor de la deuda del Sur Global, por poner un ejemplo, su papel en la crisis de la deuda argentina y su mano dura en la renegociación de la misma.
No solamente es accionista de las principales compañías financieras y farmacológicas, gigantes militares-industriales y corporaciones mediáticas, altos ex cargos de BlackRock a menudo pasan a ocupar puestos en la Casa Blanca. En la Administración de Joe Biden ahora son tres: el subsecretario del Tesoro, Wally Adeyemo, el asesor principal del Tesoro sobre cuestiones económicas relacionadas con Rusia y Ucrania, Eric van Nostrand, y Mike Pyle, asesor económico principal de la vicepresidenta Kamala Harris.
Brian Deese ocupó el cargo de director del Consejo Económico Nacional de EE. UU. hasta febrero del 2023. Thomas Donilon, presidente de la rama de investigación de BlackRock, fue asesor de seguridad nacional de Barack Obama durante mucho tiempo, mientras que su hermano Mike fue el principal estratega en la campaña presidencial de Joe Biden para luego ser nombrado asesor principal en su Administración. Entre los altos ejecutivos de BlackRock figuran varios oficiales retirados de la CIA, y la propia empresa financia el fondo de capital riesgo In-Q-Tel creado por la Agencia Central de Inteligencia.
La corrupción en Ucrania cuenta.
Según informes de Kiev, en la implementación del acuerdo están implicados funcionarios acusados de corrupción en varias ocasiones: la exjefa del Banco Nacional de Ucrania, Valeria Góntareva, la exjefa del Ministerio de Finanzas de Ucrania (ciudadana estadounidense), Natalia Yaresko y, por supuesto, el promotor de los intereses de George Soros en Ucrania, Víktor Pinchuk, un multimillonario que ha logrado evitar la ‘desoligarquización’, yerno del segundo presidente ucraniano Leonid Kuchma.
La pieza que completa el puzle es el origen del dinero con el que el Gobierno ucraniano pagará el servicio de asesoramiento a BlackRock –cuya agenda globalista no es la de las Misioneras de la Caridad–. La respuesta, de los impuestos de las democracias occidentales: de los contribuyentes americanos, que ya en 2022 han sufragado el esfuerzo militar ucraniano en 13.000 millones de dólares, y del aumento del gasto militar hasta el 2% del PIB en los presupuestos generales de los países de la UE.
Este artículo fue publicado originalmente en https://elcomun.es/. Lea el original.