COVID 19. SOBRE VIRUS, ASESINOS Y ESTRATEGIAS.
Parece una obviedad afirmar, que la crisis mundial que se ha desatado como consecuencia de la pandemia producida por el covid 19, no tiene precedentes en la historia. Lo que no es tan evidente, es por qué si esta pandemia se produce como se afirma desde el ámbito científico, es decir, por el “salto” espontáneo del virus de algún animal al hombre, no se han producido continuamente epidemias de origen viral a lo lago de la historia.
En cualquier caso, esta situación ha originado un consenso social sobre las causas y consecuencias de la “aparición del coronavirus”, generado por una abrumadora y permanente avalancha de información, por parte de todos los medios de comunicación. Los expertos, que aportan la voz de la Ciencia, nos hablan de un “virus asesino” pero que utiliza una perversa “estrategia”: no matar a todos los que infecta, para poder seguir reproduciéndose.
Sin embargo, la atribución de cualidades, incluso de intenciones, a un ente biológico que en estado libre es inerte, a una molécula de ADN o (en este caso) de ARN empaquetado con una densidad casi cristalina, en una cápsida proteica envuelta en una capa de lípidos, un ente que no se puede considerar un ser vivo, produce una cierta desconfianza en estas interpretaciones científicas, por muy prestigiosos que sean sus emisores. Pero lo que lleva la desconfianza al límite de la sospecha, es cuando la prestigiosa revista científica Nature (Nature Medicine 17 de marzo) publica un artículo en el que concluye que el virus covid 19 “no es un virus obtenido en un laboratorio o manipulado a propósito”, un estupor que puede equivaler, al producido porque en una revista de astrofísica, se publicase un artículo destinado a demostrar que la Tierra no es plana.
La pregunta que surge es ¿por qué una revista tan prestigiosa, se dedica a contradecir un supuesto infundio, que ni siquiera debería de ser tenido en cuenta científicamente, por proceder del campo de lo que se suele calificar de “conspiranoico”?
Aunque en la situación actual, pueda no parecer oportuno poner en duda las informaciones oficiales, dado que la prioridad es acabar con la pandemia, nunca está de más (puede ser fundamental) entender por qué se ha producido, por lo que propongo al lector que me acompañe para intentar disipar estas inquietudes, recurriendo a datos científicos, es decir, no interpretaciones, que nos permitan hacernos una idea de qué está pasando.
Las informaciones que llegan al gran público se basan, fundamentalmente, en explicaciones y opiniones de expertos que, se supone, hay que creerse en base al principio de autoridad. En nuestro caso, pretendo que sea el lector el que obtenga sus propias conclusiones, de los datos que voy a exponer. Para facilitar este trabajo, no voy a utilizar referencias bibliográficas, que obligan a verificar las afirmaciones buscando los artículos citados, sino, directamente, copiando las portadas de dichos artículos.
Veamos pues:
Se ha calculado, que el número de bacterias en la Tierra es aproximadamente un nonillón (es decir, un uno seguido de treinta ceros). Pues bien, se estima que el número de virus es entre cinco y veinticinco veces el número de bacterias. Como verán, los virus o entidades como “virus” han jugado un papel importante en la evolución de la vida. Pero ésta, es una larga historia. Vamos a limitarnos en este caso a su función ecológica:
En aguas marinas superficiales, se han contado hasta 10.000 millones de virus por litro. Su función. es el control de la base de la red trófica marina. Como los virus son inertes y se mueven pasivamente, cuando las colonias de bacterias y algas crecen desmesuradamente, pudiendo llegar a impedir el paso de los rayos del sol a los fondos marinos, los virus las destruyen hasta que su densidad, hace posible el paso de los rayos de sol. Por cierto, los productos sulfurosos derivados de este proceso, contribuyen a la nucleación de las nubes.
Veamos en los suelos (disculpen el tamaño de las letras):
En los suelos su número es variable, en todo caso astronómico. En este estudio han arrojado cifras medias de 5,3×10 por gramo de suelo seco. Estando también implicados en el control de las comunidades bacterianas.
En cuanto a su presencia en los organismos, se considera que un 10% del genoma humano está compuesto por retrovirus endógenos, es decir, virus que a lo largo de la evolución han ido insertando sus secuencias génicas en nuestro genoma. Pero si tenemos en cuenta las secuencias derivadas de virus (elementos móviles como trasposones y retrotrasposones, elementos repetidos cortos y largos, intrones…) nos encontramos con que la inmensa mayor parte de nuestros genomas, están constituidos por virus y sus derivados que controlan la expresión de los genes codificantes de proteínas.
Pero, es más, lo que se consideraba el genoma, es decir los genes codificantes de proteínas, que constituyen el 1,5% de la totalidad del genoma, ahora se sabe que también está constituido por virus y sus derivados:
A modo de curiosidad, por si le resulta interesante a alguien, señalaré que en éste artículo, el candoroso autor no se explica por qué las secuencias del genoma derivadas de virus son eliminadas “por alguien” de las bases de datos públicas:
Pero nuestro organismo no sólo contiene virus en forma de secuencias insertadas en los cromosomas. El número de virus completos que realizan funciones esenciales para nuestro organismo es de tal dimensión, que sorprende a los propios investigadores. Miles de millones (más bien billones) de virus bacterianos, coexisten con los billones de bacterias de nuestro tracto intestinal que son esenciales para nuestra vida. Los bacteriófagos o fagos regulan las poblaciones de bacterias e intercambian información genética entre ellas. Es decir, los virus controlan las bacterias que controlan nuestro organismo.
¿Algunos virus más? Veamos:
Una enorme cantidad de bacteriófagos adheridos a las mucosas del organismo, impiden que penetren bacterias externas, que no deberían estar ahí, es decir también protegen nuestro organismo.
Si se me permite una opinión, da la sensación de que algo se ha estado haciendo mal con los virus, seguramente, debido a que se descubrieron asociados a enfermedades. Pero, veamos algunas de esas asociaciones:
Según este artículo, el cáncer de mama emite partículas retrovirales. Se sabe que los virus endógenos, pueden saltar del genoma ante algún tipo de agresión ambiental. Es por eso, por lo que, en muchas ocasiones, se ha señalado a virus como agente causal de distintas enfermedades cuando en realidad, son consecuencia. Y es por eso, por lo que en tejidos enfermos, se observa la presencia de partículas virales:
Y así, se ha sugerido un origen viral a enfermedades como artritis o esquizofrenia, a pesar de que nunca ha sido reportada una epidemia de estas enfermedades.
Desde hace tiempo, se sabe que los virus endógenos de expresan como parte constituyente de los genomas, es decir, son el genoma. Este hecho es de una gran trascendencia para el tema que nos ocupa. Retrovirus endógenos o partes de ellos se expresan en procesos tan importantes como producción de enzimas fundamentales o la formación de la placenta durante el embarazo.
Estos hallazgos, nos hablan del papel fundamental que los virus juegan en los procesos de la vida, pero ¿cuál es la relación de estos fenómenos con el tema que nos ocupa? Veremos que es una relación de enorme importancia, por lo que les ruego presten la mayor atención a los dos artículos que siguen:
En los tejidos embrionarios se expresan (participan en el desarrollo) una multitud de retrovirus endógenos. Como se puede ver, se expresan en placenta, cortex adrenal, riñones, lengua, corazón, hígado, y sistema nervioso central así como en el resto de lo tejidos. Pero veamos en tejidos adultos:
En individuos adultos normales, los retrovirus endógenos se expresan en todos los tejidos, confirmando que son componentes permanentes del transcriptoma humano.
Y ahora, vamos a ver cómo se han fabricado ciertas vacunas:
En la web de la INTERNATIONAL FEDERATION OF PHARMACEUTICAL AND MANUFATURERS & ASSOCIATIONS http://www.ifpma.org/influenza/index.aspx?47 exponían muy ufanos, la siguiente información:
No la busquen, porque ha desaparecido de la web. Y por buenas razones, porque cultivar virus humanos en embriones de otros animales, en los que se expresan multitud de virus endógenos. Esta técnica, conduce a que se produzcan hibridaciones con sus virus correspondientes, con lo que se producen virus infectivos de características diferentes a las originales.
Desde hace tiempo, se nos informaba de que la gripe estacional provenía “de las aves” y que cada año “mutaba”, muy posiblemente con la elaboración de cada nueva vacuna. Con cada nueva hibridación.
Por ejemplo, en esta vacuna contra la fiebre amarilla:
Estas son las terribles consecuencias, de unas prácticas peligrosas se pueden considerar fruto del desconocimiento de unos descubrimientos relativamente recientes. Por tanto, no intencionadas. Permítanme exponerles algunas prácticas llevadas a cabo con perfecto conocimiento de lo que se estaba haciendo y que dejo a su interpretación:
Tal vez el lector se pregunte ¿qué sentido tiene resucitar un virus que causó cerca de cincuenta millones de muertos? Un virus que no “surgió” en España, a pesar de que con intención de ocultar la mortalidad que causó en los soldados al final de la primera guerra mundial, se denominó “gripe española” porque en nuestro país sí se declaró el estado de epidemia.
Pero su origen fue, al parecer, en los soldados norteamericanos. Hace tiempo me encontré con esta información que, a pesar de no provenir de canales “oficiales” resulta congruente con lo que hemos visto anteriormente;
Si este es el caso, se trataría del resultado del desconocimiento de los virus existentes en los sustratos y de los métodos utilizados para elaborar vacunas, que en el caso de las iniciales, eran muy rudimentarios y peligrosos.
Pero en el siguiente caso, es evidente que no se trata de desconocimiento. La excusa de que se trata de determinar su virulencia resulta poco creíble. Los dos anteriores conatos de pandemia que no llegaron a serlo, fueron los producidos por la “gripe aviar” o H5N1 que resultó de alta mortalidad, pero de difícil transmisión y a continuación la “gripe porcina” H1N1 que resultó de fácil transmisión. pero poco virulento. Las letras H y N se refieren a la hematoglutinina, una proteína componente del sistema de coagulación de la sangre y a la neuramidasa, una enzima que controla la formación y mantenimiento de la vaina de mielina de las neuronas, que forman la cápsida del virus de la gripe.
Y ahora un experimento inocente:
Veamos con atención las consecuencias de este “experimento”:
Resulta que las características del virus porcino (H1N1) tienen una alta similaridad “antigénica” con el virus humano 1918 reconstruido (H1N1). La explicación es que “posiblemente compartan un antecesor común” como si los virus anduvieran por el mundo casándose (o constituyendo parejas de hecho).
Las explicaciones sobre la “aparición” del covid 19 son del mismo nivel científico: “Probablemente pasó de un pangolín al hombre a través de un murciélago, pero no es seguro…” Espero que el lector tenga suficientes datos, para deducir otra forma de “aparición” del coronavirus.
Bien: parece que hay suficientes informaciones para comprender cómo se produjo el covid 19. Sobre los autores y sus intenciones tendrán que investigar ustedes.
Máximo Sandín
Villalbilla, Abril de 2020.
APÉNDICE: SOBRE ESTRATEGIAS Y ASESINOS.
Primera parte: Comencemos por el principio.
Pero antes, quiero pedir disculpas por el planteamiento del escrito previo. Mi deformación profesional, producto de más de treinta años de docencia en la que acostumbraba a entregar a los alumnos artículos y textos científicos para comentarlos y discutirlos entre todos, me ha inducido a confiar en que la exposición de los resúmenes de varios artículos era suficiente apoyo a mis argumentos. Pero la sorpresa, que he podido constatar en los lectores, ante los datos expuestos en los artículos me ha hecho tomar conciencia de que el desconocimiento de una gran parte de información sobre temas de biología relacionados (o que pueden tener repercusión) con aspectos sociales, ecológicos, de salud… puede deberse a un ocultamiento premeditado por parte de determinados intereses y, por supuesto, de los expertos “comunicadores”.
Efectivamente, la concepción de los virus y las bacterias que nos han transmitido tradicionalmente, y que nos siguen transmitiendo, especialmente en estos tiempos, tanto comunicadores como expertos, ha cambiado radicalmente desde hace algunos años. Como pueden ver, los datos que se exponían en dicho artículo proceden de revistas científicas de la máxima cualificación, y han sido publicados, algunos, hace bastante tiempo. Entonces, ¿cómo se puede entender que unas informaciones tan espectaculares que tiran por tierra las concepciones que la sociedad tiene de algo tan aparentemente peligroso como las bacterias y los virus no hayan sido divulgadas con tanto entusiasmo como los “descubrimientos” que tienen rentabilidad económica o los hallazgos para “luchar contra ellos? ¿Tal vez los divulgadores o periodistas científicos piensan que la sociedad no tiene capacidad para comprender estas informaciones? O puede que, por algún motivo que se me escapa (o no) no les resulte “conveniente” divulgarlas.
En cualquier caso, para quitarles esa posible justificación a los divulgadores científicos, en lo que sigue, hablaremos sólo de datos y resultados de investigaciones científicas publicados en revistas del más alto nivel, que se suponen fiables. No será necesario conocimiento del inglés ni realizar el menor esfuerzo intelectual que pueda realizar una persona normal. Que se tranquilicen, porque verán que todo el mundo lo puede entender, a no ser que se tenga problemas con el idioma.
Los datos sobre la implicación de las bacterias y los virus en la evolución de la vida son verdaderamente impresionantes, pero sería largo de documentar y de analizar aquí. Así que nos limitaremos a mencionar que la fusión de bacterias dio origen a las células eucariotas, las que nos componen, y que sin las bacterias de los suelos no sería posible la existencia de plantas y, por tanto, no existiría la vida terrestre. En cuanto a los virus, toda la información apunta a que fueron los que aportaron las secuencias responsables del desarrollo embrionario de animales y plantas, es decir, de la evolución de los seres vivos.
Pero centrémonos en el tema que nos ocupa, es decir, tratar de hacer más comprensible la información del escrito previo: La valoración del número de virus en las aguas dulces y saladas se realiza mediante la marcación con fluorocromos del ADN y el ARN de los virus que se encuentran en las aguas. Como se ve en la referencia citada en el artículo, en aguas marinas superficiales (en las playas en las que nos bañamos) se han contado 10.000 millones de virus por litro. Los estudios realizados mediante metagenómica(la secuenciación y estudio de los genomas obtenidos de muestras ambientales) en suelos varían según el método de extracción, pero han dado cifras de hasta 5000 millones por gramo de tierra seca. Incluso estudios en el aire en zonas libres de contaminación arrojan cifras que compiten con las anteriores. Es decir, las bacterias y los virus no sólo son nuestros componentes esenciales, sino que vivimos literalmente inmersos en un mar de bacterias y virus.
Pero no sólo nos rodean, sino que se puede decir que trabajan para nosotros. Como se puede ver en el artículo mencionado, una enorme cantidad de fagos adheridos a las mucosas protegen el organismo de bacterias ajenas, billones de virus controlan el microbioma intestinal y, por tanto, la salud del organismo… A esto habría que añadir que colonias de bacterias controladas por virus están en nuestra piel protegiéndola de bacterias del exterior.
Sin embargo, la presencia y actividades de los virus que más trascendencia tiene en el tema que nos ocupa (el “terrible asesino” SARS CoV2) es la que realizan en los genomas de todos los seres vivos. en nuestros genomas. Y esto es de gran importancia, por lo que ruego la mayor atención: los virus endógenos están integrados en los genomas como parte constituyente, es decir, no se trata de virus que están dentro de la célula. Son las secuencias genéticas que componen los virus que están formando parte de los cromosomas. Las cifras iniciales de cuando se descubrieron calculaban que un 10% de los genomas estaban constituidos por retrovirus endógenos. Pero con los nuevos métodos de análisis y las nuevas evidencias la proporción ha aumentado hasta conformar la práctica totalidad de los genomas. Los elementos móviles (transposones y retrotransposones), los virus ADN, las secuencias repetidas, los elementos dispersos (LINE y SINE), los intrones… incluso los genes codificantes de proteínas, cuyo origen se explicaba (se no explicaba) por “el azar” se está mostrando como formado, en su mayor parte, por secuencias derivadas de virus.
Entonces, si los virus están en nosotros, protegen el equilibrio de nuestro organismo y son parte (la mayor parte) de nuestro genoma ¿Cuál puede ser el motivo de que se hayan considerado nuestros peores enemigos? El marco conceptual es claro: la concepción competitiva de una Naturaleza poblada de enemigos que domina la biología desde hace 200 años. En cuanto al marco empírico, el descubrimiento de virus en tejidos enfermos (el primer virus fue descubierto, según se cuenta, por Stanley en la enfermedad del mosaico de la planta de tabaco), condujo, dentro del marco conceptual mencionado, a considerar a los virus responsables demuchas enfermedades. De hecho, el nombre con el que se los denomina, virus, significa veneno en latín.
Sin embargo, observaciones recientes, ofrecen una explicación muy distinta de la presencia y actividad de los virus en los organismos. Como se puede ver en el escrito precedente el tumor de mama emite partículas retrovirales de carácter endógeno. Es decir, los virus endógenos, los que forman parte de los genomas, cuando hay alguna situación que altera lo que podemos llamar el equilibrio natural (alguna “agresión ambiental” o alguna patología) pueden salir de los genomas y reconstruir su cápsida.
Por eso, se viene asociando erróneamente a virus con enfermedades con un claro origen ambiental, como enfermedades neurológicas producidas por distintos tipos de neurotóxicos, o enfermedades autoinmunes como la artritis. Es decir, si tenemos en cuenta que en todos los tejidos se expresan (existen) multitud de virus endógenos y sabemos, porque se ha comprobado experimentalmente, que “agresiones” ambientales como radiaciones o productos tóxicos movilizan los elementos móviles y los virus endógenos, lo más probable es que los virus que se identificaron inicialmente como responsables de enfermedades no fueran causa, sino consecuencia.
Y así “el virus de la polio” (con todo el aspecto de enfermedad provocada por el uso masivo se de plaguicidas en los cultivos) se encontró en las heces (en las que hay millones de virus) de un niño sano. De hecho es un enterovirus, es decir, virus que no son patógenos y que se encuentran en el tracto intestinal. Por eso se nos explica que la transmisión fecal-oral se facilita cuando existen condiciones deficitarias de higiene y saneamiento ambiental, lo cual no cuadra con el hecho de que la “epidemia” de poliomielitis alcanzó, por ejemplo, en los Estados Unido, a muchos niños, incluso adultos, de clase alta. Es más, existe una estrecha correlación entre el uso de pesticidas (fundamentalmente DDT) y evolución (crecimiento y desaparición) de la epidemia de polio en Estados Unidos.
Y con estos precedentes comenzó la guerra contra los virus.
Segunda parte: Luchando contra “el coronavirus”.
En 1916 se produjo en Nueva York una terrible epidemia de poliomielitis. En un laboratorio del instituto Rockefeller se había cultivado el “poliovirus” entérico en cerebros de mono. El resultado: un virus extremadamente virulento (recordemos que en todos los tejidos animales se expresan una gran cantidad de virus endógenos). Muy pronto se pudo comprobar la consecuencia: El llamado “Desastre de Cutter” fue una epidemia provocada por la vacuna contra la polio de Jonas Salk, proclamado por el presidente Eisenhower “benefactor de la Humanidad” y héroe popular. La vacuna de Salk, aprobada de forma precipitada consistía en poliovirus virulentos supuestamente inactivados con formaldehído. Causó 40 000 casos de polio, dejando a 200 niños con diversos grados de parálisis y matando a 10. Y así comenzó la fabricación de virus híbridos.
La producción de virus híbridos se puede realizar (de hecho, se realiza) por dos métodos:
El más sencillo consiste en practicar infecciones repetidas de virus, por ejemplo, de humanos en cerdo, (lo que se suele llamar “pases”) y seleccionar en cultivos las cepas de alta virulencia. En este procedimiento no hay manipulación directa del genoma, pero, a pesar de su simplicidad, se pueden obtener con 15 «pases» cambios que producen una gran virulencia. Este proceso es, sin duda, el que se ha producido accidentalmente cuando se cultivan virus humanos en tejidos o embriones animales.
El más complejo es el de la ingeniería genética, que consiste en la manipulación de virus en laboratorio, por recombinación de RNA de un animal o de dos, tomando como estructura base un tronco de virus humano que puede ser un coronavirus, o por ejemplo, de ratones, para obtener virus quiméricos de gran virulencia.
El primer método tiene mucho que ver con la terrible pandemia provocada por la gripe de 1918 (mal denominada “gripe española”), que provocó, según se asume, 50 millones de muertos. Su origen real fue en los soldados norteamericanos. Según se ha podido documentar, fue la primera guerra en la que todos los soldados fueron obligados a recibir una gran cantidad de vacunas obtenidas mediante métodos tan primitivos como el antes mencionado.
La otra gran catástrofe producida de forma accidental es el nacimiento del VIH: Desde 1992 hasta 1999, el periodista Edward Hooper siguió el rastro de la aparición del SIDA hasta un laboratorio en Stanleyville en el interior del Congo, por entonces belga, en el que un equipo dirigido por el Dr. Hilary Koprowski, el científico que por entonces tenía a su nombre el mayor número de patentes, en una feroz competencia con JonasSalk y Albert Sabin por conseguir una vacuna contra la polio (y su consiguiente rendimiento económico) elaboró una vacuna utilizando como sustrato riñones de chimpancé y macaco. Recordemos que las dos “cepas” principales del virus del SIDA son el VIH1, híbrido de chimpancé y humano y el VIH2 híbrido de macaco y humano. El “ensayo” de esta vacuna activa tuvo lugar entre 1957 y 1960 mediante un método muy habitual “en aquellos tiempos”, la vacunación de, entre 250.000 y un millón de niños en diversas “colonias” de la zona. Hooper fue vapuleado públicamente por una comisión de científicos que negaron rotundamente esa relación, pero no se consiguió ninguna vacuna para ser analizada. Desde entonces, se han publicado varios “rigurosos” estudios en revistas tan prestigiosas como Nature, que asociaban el origen del sida con mercados africanos en los que era práctica habitual la venta de carne de mono. Lo que Hooper ni Koprowsky podían saber era que los mamíferos tenemos virus endógenos que se expresan en todos los tejidos y órganos.
Y aquí comienza la historia de los “virus de laboratorio”. Como hemos visto la barrera de especie hace que la probabilidad de que un virus animal se hibride en la Naturaleza con su correspondiente humano (a pesar de su correspondiente y diferente receptor celular) es lo más próximo a cero que se puede concebir. La posibilidad de que el “mosaico” sea de tres especies diferentes sería de cero elevado a infinito, es decir, todavía más próxima.
Como vimos en el artículo precedente la elaboración de virus “quimera” es muy laboriosa. También sabemos que este tipo de manipulaciones se hace comúnmente en laboratorios de alta seguridad bajo el pretexto de prever apariciones de nuevos virus e, incluso, para elaborar vacunas. Es decir, así como está bastante claro que el paso de virus entre especies en la Naturaleza no es posible, por muchos animales que se hayan comido a lo largo de milenios, la producción de virus híbridos en laboratorio se puede hacer y se ha hecho.
Para tener un marco de referencia parece conveniente mencionar que los coronavirus son virus endógenos de mamíferos que en humanos aparecen asociados al catarro común y, al parecer, en casos de gastroenteritis en lactantes.
Examinemos, pues, las más recientes producciones:
El SARS-CoV es el coronavirus que causó en 2003 la epidemia del “Síndrome respiratorio agudo grave” en los países del sudeste asiático.Se detectó por primera vez en la provincia de Gaundong (China) en noviembre de 2002 y se propagó a más de 30 países, causando un total de 8.098 contagios en todo el mundo y 774 muertes, la mayor parte en China. Según los científicos el SARS saltó de las civetas a los humanos, pero provenía de los murciélagos. Además del estigma de los pobres murciélagos como “reservorio” de todos los males de la Humanidad, es curioso que el coronavirus haya pasado al ser humano a través de la civeta en la que, casualmente, su coronavirus es genéticamente muy parecido al humano. Otra circunstancia muy interesante, de la que hablaremos más adelante es que no se han informado nuevos casos desde 2004, claro que los CDE han aclarado que no se puede considerar erradicado porque el virus causante tiene un “reservorio animal” del cual posiblemente podría resurgir.
El “síndrome respiratorio de Oriente Medio” es una enfermedad respiratoria grave causada por el coronavirus identificado como MERS-CoV y fue informada por primera vez en septiembre de 2012 en Arabia Saudita. Se extendió por 27 países, pero el 80% de los casos se produjeron en Arabia Saudita. En este caso, parece que tampoco se ha exonerado a los se atribuye “quizás a partir de un virus ancestral de murciélagos”. ¿Adivinan cuál es el culpable? Efectivamente: el camello. En octubre de 2015 se habían registrado 1523 casos en todo el mundo, con 544 muertes. No he podido encontrar datos de su extensión actual si es que está activo.
Otro caso espectacular es el del terrible Ébola. Pero antes de continuar conviene dejar claro que el Ébola, como los coronavirus, es un virus endógeno de mamíferos. El primer caso conocido de Ébola sucedió en 1976. Se produjeron dos brotes simultáneos en Sudán y la República Democrática del Congo. La epidemia mató a más de 11.000 personas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Naturalmente, el responsable fue un murciélago (algún día sabremos por qué se utiliza tanto el murciélago). Concretamente, según los investigadores, la epidemia comenzó con un niño que jugaba en un árbol hueco donde vivían murciélagos “infectados”. La creatividad de “la ciencia” es prodigiosa. En la actualidad el Ébola ha desaparecido. La explicación “oficial” es que “ha sido controlado”, lo cual es perfectamente plausible dada la “impresionante infraestructura sanitaria” de los países de África ecuatorial.
Algo similar ha ocurrido con el virus H1N1, conocido como virus de la gripe porcina, y como vimos, mosaico de virus de cerdo, ave y humano, concretamente del virus de la mortífera gripe del 18, candorosamente “resucitado” para su estudio. También ha “desaparecido”.
¿Y qué decir del SARS-Cov-2, el malvado Coronavirus? Las explicaciones que nos dan no son precisamente un modelo de concisión científica: “Evolucionó en la naturaleza y después saltó entre especies”…. “Probablemente pasó de un murciélago al hombre a través de un pangolín como intermediario”… La cuestión es que es un virus “quimérico” que contiene secuencias de murciélago, pangolín, y algo más…
Pero antes de seguir sería interesante preguntarse por qué este extraño virus tiene secuencias de un animal tan exótico como el pangolín. Veamos esta noticia: “Los pangolines, mamíferos salvajes que se parecen a un oso hormiguero con escamas, carecen de dos de los genes de detección de la entrada de virus en el organismo como paso previo a una respuesta inmune, algo que es común a la mayoría de los mamíferos.
Este hallazgo es significativo porque, si bien los pangolines pueden ser portadores de coronavirus, parecen ser capaces de tolerarlo a través de algún otro mecanismo desconocido. Comprender su ventaja evolutiva puede apuntar a posibles opciones de tratamiento para el coronavirus en humanos, según un estudio publicado en Frontiers in Immunology”.¿Una magnífica condición para un virus quimera?
Una información más concreta es la que nos ofrece Luc Montagnier, Premio Nobel por su descubrimiento del virus del SIDA, tiene claro que es un virus de laboratorio. Y sabe muy bien de qué habla: “Trabajando con mi colega y amigo Jean-Claude Perrez, matemático, hemos analizado en los mínimos detalles la secuencia del descubrimiento y propagación del Covid-19. Y creemos bastante plausible que el genoma completo de este coronavirus tiene secuencias muy semejantes a las del VIH, el virus del sida.
Una opinión compartida por un grupo de investigadores del Instituto Indio de Tecnología de Nueva Delhi, que halló “un parecido extraño” y que “tiene pocas posibilidades de ser fortuito” en las secuencias de aminoácidos de una proteína de SARS-CoV-2 y del VIH-1.
La respuesta de lo que se conoce como “comunidad científica” ha sido una copia de la que se desencadenó contra Hooper sobre el origen del virus del SIDA. Las sentencias descalificadoras fueron de un gran nivel, tales como “El parecido con el virus del sida es superficial” o “Todos en la comunidad científica están de acuerdo en que la COVID-19 es un coronavirus” o “Es una visión sobre una conspiración que no se relaciona con la ciencia real”. Pero la desacreditación definitiva fue que “El doctor Montagnier tiene un punto de vista crítico con las vacunas”. Una condición tan terrible que recibe los más graves insultos y descalificaciones por parte de científicos y divulgadores.
Sin embargo, este hecho (la inserción de fragmentos del virus del SIDA) podría justificar la aparición de unos síntomas en los infectados por el SARS CoV-2 que van más allá de una afección respiratoria, como trombosis, lesiones en la piel, pérdida del olfato y el gusto y afecciones neurológicas.
De todos modos, el buen doctor Montagnier nos deja un mensaje optimista: El SARS CoV-2 desaparecerá a no muy largo plazo. El motivo, igual que el de la desaparición de los virus del Ébola y el resto de los virus de laboratorio que hemos visto, es que, lo mismo que pasa en los organismos transgénicos, los virus construidos artificialmente son inestables, y en los procesos de replicación van perdiendo las secuencias introducidas hasta quedar inactivados. Por eso, cuando los sabios oficiales nos amenazan con que “el coronavirus ha venido para quedarse” y nos anuncian nuevos rebrotes, hay que advertirles de que la única posibilidad de que esto ocurra es “que vuelva a efectuar el triple salto mortal murciélago-pangolín-humano” o, en su defecto, que lo vuelvan a soltar.
El Doctor Montagnier opina que el virus artificial pudo escapar de un laboratorio por error. Con el debido respeto, yo le preguntaría ¿y el SARS CoV? ¿y el MERS CoV? ¿y el Ébola? ¿y el H1N1? ¿Todos estos virus de origen artificial se han podido “escapar por error” de los laboratorios en que se han elaborado mediante técnicas muy complejas? ¿No son demasiados “errores” en laboratorios de alta seguridad?
En definitiva, estamos ante unos hechos que hay que afrontar honestamente, valientemente, si queremos que exista una posibilidad de terminar con estas pesadillas. Claro que resulta más cómodo entrar en la corriente general de “la guerra contra este terrible enemigo” de los terribles insultos por parte de las autoridades científicas a los virus, los componentes fundamentales de la vida, y también con los insultos con tintes racistas que los periodistas “científicos” dedican a los ciudadanos chinos por sus costumbres milenarias y por sus mercados (qué horror) “húmedos”.
Es decir, porque parece que hay que insistir en ello: los virus que son realmente patógenos son los virus recombinados, ya sea accidentalmente o premeditadamente.
Pero, ¿qué hay detrás de toda esta confusión?
Tercera parte: ¿quid prodest?
“Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos” Jacinto Benavente.
En este problema, el de quienes pueden estar detrás de estas vergonzosas acciones, no me siento muy seguro al adentrarme, porque la información a la que tengo acceso es la que pueda tener cualquier persona que pueda dedicar un tiempo a rastrear la red.
Lo que sí puedo aventurar por observación propia, es que las personas que pueden manejar los virus, tanto en el sentido técnico, como en el mensaje que se emite sobre ellos a la sociedad, disponen de una herramienta extraordinariamente poderosa para el control social. Claro que cuentan con apoyos muy poderosas. Incluso Hollywood contribuye periódicamente (frecuentemente, coincidiendo con alguna campaña de vacunación) a la “docencia” con terribles historias sobre tremendas pandemias. Una muy “didáctica”, porque se ajusta plenamente a las explicaciones científicas es la película “Contagio”, en la que un murciélago defeca sobre un cerdo que un cocinero chino trocea para cocinarlo, seguramente con salsa agridulce, que es comido por una ejecutiva norteamericana moderadamente promiscua que extiende un virus mortal a la vuelta a su país.
Otra observación que apoya mi sospecha de que existe un control científico sobre la información relacionada con los virus, es, por ejemplo, el hecho que pudimos ver en el artículo precedente de la desaparición de la base de datos públicos de las secuencias derivadas de virus encontradas en el genoma codificante de proteínas.
Y, finalmente, para acabar con mis opiniones, tengo que mencionar la importante aportación a la confusión de los “periodistas científicos” o de los “científicos periodistas” más prestigiosos que atacan con inusitada ferocidad (incluso mintiendo en sus argumentos) a los científicos honestos que denuncian estas atrocidades o a las personas brillantes y de honradas intenciones que intentan aportar algo a la sociedad o, simplemente, sacan los pies del tiesto. Sin embargo, son muy comprensivos, incluso lisonjeros, con organizaciones tan entrañables como la gran industria farmacéutica o de los transgénicos o con los “negocietes” de ciertos científicos. Y con la denominación de “conspiranoico” descalifican a cualquiera que aporte alguna información que ponga en riesgo sus creencias o sus intereses. (En este contexto, tengo que decir que no espero, precisamente, aplausos). Es cierto que circulan por la red teorías un tanto “imaginativas”, posiblemente, alguna alimentada por los creadores de confusión, pero esto es utilizado para inducir a los lectores a rechazar cualquier información “alternativa” sin molestarse en reflexionar sobre sus fundamentos. Se ha creado, en cierto modo, un ambiente “orwelliano”: Existen policías del pensamiento, una especie de ministerio de la verdad que controla que es lo cierto y que no, y los esclavos atacan a quienes quieren defenderles… En fin, quizás esto último sea una exageración.
A partir de aquí, todo lo que pueda aportar lo encontrará el lector en informaciones, algunas muy bien documentadas, que circulan por la red. El lector podrá juzgar sobre su verosimilitud y si son o no excluyentes.
La más terrible de estas informaciones es la existencia de una agenda para la reducción de la población mundial. Supongo que hay que ser un poco malvado para pensar que esto es una intención real, porque las personas bondadosas no parecen querer ni pensar en ello. De lo que nos informan es de que existen personas muy poderosas (pueden encontrar sus nombres en la red) que, ante el imparable aumento de la población y la pobreza mundial no piensan en la posibilidad de cambiar este modelo económico depredador, que sería la solución obvia, sino reducir drásticamente la población mundial. Al parecer, hay dos corrientes dentro de este movimiento: uno que pretende eliminar a los “indeseables”, se supone que a los países empobrecidos (se podría esperar que una pandemia mundial sería mucho más mortífera en estos países). La otra, más “democrática”, pretendería diezmar a la población en todos los países. Lo cierto es que hay datos absolutamente fiables, porque se descubrió y se analizaron las vacunas, de esterilización mediante vacunas de mujeres en Filipinas y en indígenas mejicanas. También se puede encontrar información sobre el origen del Ébola en campañas de vacunación en África (al parecer, la epidemia del Ébola en África occidental se originó en las instalaciones de NBS-4 de Estados Unidos localizada en Sierra Leona). Incluso, se puede encontrar en la red sin dificultad un grupo de científicos queridos y prestigiosos que, a pesar de su brillantez, no han pensado en cambiar el modelo económico pero sí la reducción de población para mantenerlo. Agrupados en la organización “Optimunpopulation”, ahora denominada “PopulationMatters”, propugnan una población mundial “óptima” de entre 2.700 a 5.100 millones de habitantes.
Por eso, a las personas malvadas nos da mucho miedo cuando un famoso psicópata, perteneciente al grupo de los poderosos que propugnan la agenda de reducción de población, disfrazado de, y aclamado por los medios de comunicación como filántropo, y que, al parecer, ha conseguido el control de la OMS, anuncia la necesidad (o la imposición) de una vacunación universal. Una vacuna que, según nos dicen, probablemente ya esté dispuesta, y que es esperada con ansiedad en todo el mundo.
Otro factor implicado parece ser el económico. Los enormes beneficios para las compañías farmacéuticas de campañas de vacunaciones masivas son obvios. Por cierto, existe una información (no sé hasta qué punto fiable porque parece demencial) de un poderoso laboratorio farmacéutico en la que se nos anuncia que las próximas vacunas contra la gripe se fabricarán haciendo crecer el virus de la gripe en células renales de perro porque “crecen más rápido que en los huevos de gallina”. Es decir, es posible que en los próximos años los ciudadanos no “cogerán” la gripe, sino el moquillo.
En cuanto a la economía, disciplina de la que me declaro no sólo ajeno, sino objetor, parece que el sistema económico ha entrado en crisis y le solución sería dejarlo hundirse y comenzar de nuevo (una especie de “reseteo”). De paso, se aprovecharía la situación para llevar a cabo una especie de “ingeniería social”. Sería lo que Naomi Klein denomina “La doctrina del shock”. La angustia y el miedo a que está sometida la población propicia la legitimación de medidas que atenten contra derechos y libertades y para profundizar en la doctrina económica ultraliberal. “Una sociedad en la que estén prohibidas las reuniones y en la que los ciudadanos estén recluidos en sus casas conectados a internet o a la televisión y que sólo salgan para realizar su trabajo con la menor comunicación humana directa posible sería el sueño húmedo de cualquier tirano ultracapitalista”. Desde luego, y esto si es de mi cosecha, creo que no ha existido en la historia de la Humanidad una “uniformación” (que sería uniformidad forzada) de pensamiento como el que se ha producido con esta crisis. Parece claro que no es necesario ser un experto para pronosticar que el daño sicológico producido por esta situación va a ser tremendo. Nada será igual en las relaciones humanas cuando acabe “la lucha contra este virus asesino”.
Finalmente, otro aspecto del que habla Naomi Klein y que me ha resultado interesante y espero que al lector también es que, según afirma, “la puerta para suprimir el papel moneda y legitimar herramientas de geolocalización y seguimiento de los ciudadanos está abierta. Algunos de esos aspectos que ciertos sectores hemos estado criticando como la pérdida de privacidad, el control por parte de las herramientas informáticas, el efecto en las capacidades cognitivas y en la salud por el abuso de los dispositivos electrónicos, pueden verse acentuados o normalizados tras este escenario de epidemia global”.
Soy consciente de que estas informaciones no hacen sino incrementar la angustia que produce esta situación sin precedentes en la historia. Si todos (o algunos) de estos datos son verdaderos no se puede atisbar una posibilidad de luchar contra estos enormes poderes que tienen secuestradas las mentes de grandes sectores de población (me atrevería a decir, la mayoría) lo cual puede resultar frustrante. Pero, a pesar del apaleamiento que me va a caer por parte de los “creadores de opinión”, creo que merece la pena tratar de ser consciente de lo que está pasando y que no nos roben también la dignidad.
Claro que el antídoto contra esta angustia es ser bondadosos y confiar en las explicaciones más admitidas, que pueden tener este fundamento: Un murciélago, concretamente de herradura, mordió a un pangolín aprovechando que éste se encontraba en la ducha y se había quitado el caparazón. A continuación, y sin limpiarse la sangre del hociquito, mordió a un señor que estaba enfermo de SIDA. El citado señor era aficionado al baile de Hip-Hop, y con sus movimientos espasmódicos hizo que los virus de los tres se fundieran en uno solo. Nuestro amigo, que trabajaba de transportista con un pequeño furgón, estornudó sobre una caja de aletas de tiburón que estaba descargando en el mercado húmedo de Wuhan.
Ya ven qué mala es la Naturaleza. Pero no se preocupen. Nos van a vacunar.
Máximo Sandín
Villalbilla, Mayo de 2020.
CORONAVIRUS (TERCERA ENTREGA): SOBRE LOS VIRUS.
El miedo permanente.
Aunque pueda parecer que lo peor ha pasado, si confiamos en las opiniones de las personas más cualificadas, la situación no es nada tranquilizadora. “El coronavirus ha llegado para quedarse”, “la estrategia de este asesino es permanecer oculto para infectar el mayor número de personas posible”, “los rebrotes continúan” “esto es una guerra contra un enemigo muy peligroso”. Incluso Bill Gates (sí, Bill Gates), que parece que sabe muy bien de lo que habla, porque hace cinco años predijo la aparición de “un brote supercontagioso y mortal de la gripe”, nos avisa de que el virus “volverá en grandes números en octubre”. Entonces, ¿qué significa esto? ¿Una vuelta al confinamiento? ¿Una nueva mortandad? Lo que sí está claro es que se ha generado un clima de miedo permanente que está deteriorando la salud mental de los ciudadanos, criminalizando el contacto físico entre las personas y sembrándola desconfianza entre vecinos y miembros de la sociedad. Un cambio en la forma de relacionarse, de vivir, hasta de pensar, condicionado por el terror a los virus ocultos en la Naturaleza. Porque como proclamó una autoridad médica en un medio de comunicación: “la mayor terrorista es la Naturaleza”.
Y, naturalmente, nos dan motivos para creer en ello. Según una noticia recogida en los medios de comunicación (30-6-2020):” Investigadores de China advierten sobre un nuevo virus de la gripe con riesgo de pandemia humana encontrado en cerdos. Los científicos han encontrado una nueva cepa de la gripe aviar en cerdos chinos, un virus que podría saltar a los humanos”. Según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), “Posee todas las características esenciales de estar altamente adaptado para infectar a los humanos“. Parece que los perversos virus no nos van a dar un respiro. Pero, veamos de que virus se trata (Me van a disculpar por una cita tan larga, pero nos aporta unas informaciones y unos argumentos científicos de los que no se puede prescindir, porque son lo que en terminología académica de alto nivel se denomina “canela fina”):“El nuevo estudio se centra en un virus de la gripe denominado G4, que desciende genéticamente de la cepa H1N1, una vieja conocida que ya provocó una pandemia en 2009, causando la muerte de entre 150.000 y 500.000 personas en todo el mundo. La nueva cepa de gripe es similar a la gripe porcina de hace 11 años, pero con algunos cambios. Según el informe, tiene además una combinación única de tres linajes: uno similar a las cepas encontradas en aves europeas y asiáticas, la cepa H1N1 que causó la pandemia de 2009 y una H1N1 norteamericana que tiene genes de los virus de la gripe aviar, humana y porcina. La variante G4 es especialmente preocupante porque su núcleo es un virus de influenza aviar, al que los humanos no tienen inmunidad, con fragmentos de cepas de mamíferos mezclados en humanos”, ha explicado en la revista científica Science Edward Holmes, un biólogo de la Universidad de Sidney que estudia los patógenos”.
Si el SARS CoV2 era sospechoso (más bien imputado), este se puede calificar de procesado y declarado culpable de manipulación tecnológica y social, porque su descripción es prácticamente la narración de cómo se fabrican en laboratorio los virus “quimera”. Pero ¿de qué nos quieren convencer? ¿De qué mentes brillantes salen estas “explicaciones científicas”? ¿Cómo se pueden ensamblar espontáneamente en la Naturaleza fragmentos de virus de aves, cerdos, humanos y “de otros mamíferos”? Aquí les voy a ahorrar un comentario humorístico porque el tema es lo suficientemente indignante como para bromear. ¿De qué hablan cuando especulan con “descendencia genética” y “linajes” de virus? ¿De reproducción sexual o asexual de los virus? Resulta, (al menos a mí me resulta) incomprensible que científicos que saben qué son y cómo son los virus utilicen estos argumentos. Si intentamos buscar una posible explicación, tal vez sea que no se puede esperar que alguien comprenda algo cuando su sueldo depende de que no lo comprenda. Hay otra alternativa, pero es mucho peor: Que lo comprendan. Que sepan lo que están haciendo. Ellos sabrán los motivos.
Naturaleza terrorista y virus malvados
Pero ¿qué es un virus? Veamos, por ejemplo, la definición del National Human Genome Research Institute: Un virus es una partícula de código genético, ADN o ARN, encapsulada en una vesícula de proteínas. Los virus no se pueden replicar por sí solos. Necesitan infectar células y usar los componentes de la célula huésped para hacer copias de sí mismos. La definición tiene dos partes, que es lo habitual: los datos, es decir, lo que es un virus, una partícula de material genético encapsulado en una vesícula de proteína (aunque también puede contener lípidos), y que no se pueden replicar por sí solos. Es decir, en estado libre son absolutamente inertes. Y una interpretación, que nos informa de que “necesitan infectar células y usar los componentes de la célula” para hacer copias de sí mismos. La atribución de una “necesidad” a una partícula inerte se enmarca en el esquema mental de las delirantes afirmaciones que no nos cansamos de oír a los expertos en los medios de comunicación sobre las estrategias, la maldad, las intenciones de los perversos virus. Pero veamos cómo los virus llevan a cabo todas esas maldades:
Resulta que, como es lógico, es la célula, la compleja maquinaria celular, la que utiliza los componentes de los virus. Esto puede parecer una herejía para los defensores de la idea de los virus como malvados estrategas, pero ¿se han parado a pensar por qué unas células determinadas tienen en su membrana unas moléculas receptoras para atraer a unos virus determinados, con unas moléculas concretas en su cápsida y que “se anclen” en ellas?
Para comprender los fenómenos biológicos es conveniente ponerlos en un contexto evolutivo, es decir, intentar comprender por qué son así, por qué están ahí. Pero antes, creo conveniente advertir a los científicos que hacen estas interpretaciones de las estrategias, las intenciones y la maldad de los virus, de que puede que se traten de la consecuencia de la concepción de la Naturaleza que nos han inculcado en nuestra formación. Una visión sórdida competitiva y egoísta de dos clérigos anglicanos (Malthus y Darwin) que la inventaron hace más de doscientos años. La realidad es que los virus han estado implicados en la evolución de la vida desde su mismo origen.
Pero es un tema largo y complejo de explicar, y no quisiera provocar algún daño cerebral a mis colegas “más prestigiosos” de la Universidad española, celosos defensores de la selección “natural”, en el caso de que lean esto. Así que nos limitaremos, una vez más, a exponer los datos.
Como consecuencia de su papel determinante en la evolución de la vida, los genomas de los seres vivos están constituidos en su mayor parte por virus endógenos, es decir virus, fundamentalmente retrovirus, que han ido insertando sus secuencias genéticas en los cromosomas y sus derivados, los elementos móviles, secuencias repetidas, “elementos dispersos” cortos y largos, intrones… Se ha comprobado que algunos virus endógenos (y también algunos elementos móviles) pueden reconstruir su cápsida y salir de la célula ante algún tipo de estrés ambiental. Pero veamos, y disculpen la repetición, pero parece necesaria, cuál es la actividad de los virus endógenos en los genomas.
En los tejidos embrionarios se expresan (participan en el desarrollo) una multitud de retrovirus endógenos. Como se puede ver, se expresan en placenta, córtex adrenal, riñones, lengua, corazón, hígado, y sistema nervioso central, esto último muy interesante, así como en el resto de los tejidos. Pero veamos en tejidos adultos:
En individuos adultos normales los retrovirus endógenos se expresan en todos los tejidos confirmando que son componentes permanentes del transcriptoma humano. Así, por ejemplo, el virus endógeno llamado virus ERV-3 codifica en su cápsida la sincitina, una proteína implicada en la formación de la placenta. La neuramidasa, una proteína implicada en el desarrollo y mantenimiento de la vaina de mielina, es codificada en la cápsida del virus de la gripe. La glicosil-transferasa (el glicoma es una parte fundamental del metabolismo celular) es codificada por virus endógenos. Virus endógenos de la familia de los Baculovirus codifican ADN ligasa, Ribonucleótidoreductasa 1 y 2, Transactivador global SNF2, Inhibidora de la apoptosis p35, UDP-glucosiltransferasa, Helicasa, Ubicuitina, Metiltransferasa. También están implicados en la regulación de muchos otros genes. Es decir, son genes que participan en el funcionamiento de los tejidos. Y si a esto le añadimos las actividades de los virus en el colon y en la superficie de las mucosas, resulta que los “malvados” virus son absolutamente esenciales para nuestra existencia.
En definitiva, los virus son, en realidad, “paquetes de información genética”. Se les podría definir como subrutinas de los procesos de la vida.
Fabricando enemigos
Entonces, si los virus que tenemos en el organismo son necesarios para que éste funcione y la inconcebible cantidad de virus que existen en aguas, suelos y aire están cumpliendo una imprescindible función ecológica,y no tienen actividad patógena ¿de dónde salen los virus que están aterrorizando a la Humanidad?
Hagamos un sencillo ejercicio de deducción lógica: Si, para fabricar una vacuna contra la gripe (que es una respuesta a un estado de estrés o agotamiento físico o emocional, relacionada con un virus endógeno, que, recordemos, puede saltar del genoma), cultivamos virus de la gripe humana en huevos de gallina embrionizados, ¿se puede entender por qué existe una “cepa” (sí, como en La Rioja) de “la gripe del pollo? Es decir, con mezcla de virus humanos y de ave. Si recordamos esto:
Se puede entender, entonces, por qué si el Doctor Hillary Koprowsky produjo una vacuna contra la polio, cultivando el virus (del que hablaremos) en riñones de chimpancé y macaco, y vacunó a cientos de miles de niños en África central, aparecieron dos “cepas” del virus del SIDA: la HIV1, híbrida de humano y chimpancé y la HIV2, híbrida de humano y macaco.
Y, si tenemos en cuenta la forma tan burda con la que se fabricaron las primeras vacunas víricas, nos podemos imaginar las consecuencias. Porque, ¿y si los primeros virus identificados y asociados con enfermedades eran, con toda probabilidad, virus endógenos emitidos por el órgano o tejido enfermo? Es decir, consecuencia, no causa de la enfermedad.
Veamos de nuevo el caso del “virus de la polio”. La poliomielitis era una enfermedad muy temida. A diferencia de otras enfermedades infecciosas relacionadas con la suciedad y la miseria atacaba por igual a ricos y pobres. En los años 50 se desencadenó una fea competición entre científicos en Estados unidos por conseguir una vacuna que les diera fama y dinero. Por una parte, JonasSalk, que desarrolló una vacuna inyectable de supuestos poliovirus también supuestamente inactivados con formaldehído. Por otra parte, Albert Sabin desarrolló una vacuna oral utilizando supuestos poliovirus atenuados del mismo modo. También Hilary Koprowsky, el científico con más patentes de la historia, se dedicó a fabricar otra en un laboratorio del Congo.
En abril de 1955, más de 200 000 niños en cinco estados del oeste y medio oeste de EE. UU. Recibieron una vacuna contra la poliomielitis en la que el proceso de inactivación del virus vivo resultó (lógicamente) ser defectuoso. En un mes se tuvo que abandonar el primer programa de vacunación masiva. Investigaciones posteriores revelaron que la vacuna, fabricada por la empresa familiar con sede en California de Cutter Laboratories, había causado 40.000 casos de polio, dejando a 200 niños con diversos grados de parálisis y matando a 10. La vacuna había sido elaborada cultivando el supuesto virus de la polio, un virus obtenido de las heces de un niño sano (hoy se sabe que en las heces de todos los individuos hay millones de virus) en cerebros de monos. También se sabe que en los cerebros de mamíferos se expresan distintos virus endógenos. ¿Fue así como se fabricó el virus que realmente producía polio? ¿Por hibridación de un “virus entérico” con un virus endógeno del cerebro?
Pero lo más dramático de todo esto es que estudios rigurosamente documentados han puesto de manifiesto que la polio, como otras enfermedades neurológicas, es producto de una intoxicación por pesticidas, principalmente DDT, utilizados masivamente en los cultivos, y que fue su prohibición y no la vacuna lo que terminó con la epidemia.
Otro caso que comprendo que resulte difícil de asumir, es el de la viruela, asociada claramente en su origen al hacinamiento y la miseria. El virus de la viruela (producido por la viruela), conocido como Orthopox variola, se ha venido cultivando pasando material de la viruela una y otra vez entre animales y humanos. Algunos de los animales que se han utilizado para transmitir el actual virus de la vacuna son los conejos, los ratones, las cabras, los caballos, las ovejas y los humanos. Las actuales vacunas contra la viruela no contienen virus de la viruela de las vacas o humana, sino un agente híbrido humano/animal que nunca existió en la naturaleza hasta la era de la vacunación.
Es decir, hemos (han) estado fabricando virus patógenos donde no los había. Influidos por una fraudulenta concepción de la Naturaleza en la que existe una guerra de todos contra todos, poblada de enemigos que acechan esperando su oportunidad para destruirnos, y por la también fraudulenta “Teoría microbiana de la enfermedad” de Pasteur, se han cometido errores que han resultado un desastre para la Humanidad y para el medio ambiente.
Y así una y otra vez, sólo que cada día se fabrican los virus patógenos de una forma más sofisticada. Pero ya no se puede creer que sea por accidente. Por ejemplo, si el virus del Ébola es un virus endógeno de mamíferos, es decir, que funciona en ellos como un gen más. ¿de dónde viene el virus que provoca esas terribles fiebres hemorrágicas? Ya. De un murciélago “que mordió a un niño”. Igual que el malvado coronavirus. “De la Naturaleza”. Es como una pesadilla. Es La doctrina del shock llevada al extremo. Lo han conseguido utilizando a los virus de laboratorio como herramienta de control social.
No quisiera resultar grandilocuente o melodramático, ni presionar a nadie para que participe en una batalla casi perdida de antemano, pero creo que los biólogos, los que estudiamos, los que amamos la vida, tenemos la obligación ética de denunciar estos hechos. Y de luchar por construir una Nueva Biología que nos reconcilie con la Naturaleza. Antes de que sea demasiado tarde.
Máximo Sandín
Villalbilla, Julio 2020.