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Melissa Ruth Fleming es la Subsecretaria General Adjunta de Comunicación Global de la ONU desde septiembre de 2019. Dirige el Departamento de Comunicación Global (DGC), encargado de informar a las audiencias mundiales sobre el estado del mundo y apoyar los objetivos de la organización. En sus declaraciones públicas, Fleming sitúa la lucha contra la desinformación como clave para avanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Para amplificar contenidos verificados la ONU ha asociado su comunicación con plataformas tecnológicas. Un ejemplo es la colaboración con Google acordada en Davos: ahora al buscar “cambio climático” en Google aparecen en primer lugar contenidos oficiales de la ONU, aprovechando el algoritmo para resaltar información “fáctica y confiable” sobre el tema. Asimismo, la ONU emprendió la campaña global Verified (Verificado) en colaboración con la ONG Purpose, destinada a inundar el espacio digital con información basada en hechos. Según el sitio oficial de Verificado, “es una iniciativa de las Naciones Unidas, en colaboración con Purpose, para reducir el ruido que rodea las crisis mundiales y ofrecer información crítica basada en hechos”. Esta campaña invitó a voluntarios digitales a compartir información verificada (por ejemplo, con las etiquetas #OnlyTogether o #PledgeToPause) y fue lanzada al inicio de la denominada pandemia para combatir lo que ellos consideraban desinformación sobre la COVID-19.
Expertos y organizaciones de derechos digitales alertan que las políticas de «info-integridad» pueden vulnerar libertades fundamentales. Access Now advierte que la proliferación de leyes apresuradas contra las “fake news” suele “servir como justificación para suprimir el discurso legítimo”. En varios países se han visto leyes de “noticias falsas” que penalizan a periodistas y críticos independientes, lo que genera inseguridad jurídica. Amnistía Internacional subraya que la crisis de la COVID-19 no debe ser pretexto para silenciar al periodismo independiente, y que “restringir la libertad de expresión no debe convertirse en la nueva normalidad”. Igualmente, la ONU enfatiza en que en las emergencias el periodismo es vital para rendir cuentas; como dicen los expertos, “las situaciones de emergencia no deben servir de excusa para dañar el periodismo ni socavar la libertad de expresión”. Estos cuestionamientos advierten que focalizarse en contenidos “confiables” puede llevar a sesgos: ¿quién decide qué fuentes son legítimas? El riesgo es que, en nombre de la integridad informativa, se reduzca el pluralismo y se limite el debate crítico, cuando la alfabetización mediática y la transparencia deberían ser la prioridad.