Por Miguel Jara
Lo venimos comentando con diferentes datos y ejemplos, algo ha cambiado en la psicología de la población tras la pandemia. En una encuesta realizada por el sindicato CSIF entre trabajadores de la administración pública, más de 50%, en concreto el 55%, reconoce que antes de la pandemia no consumían fármacos como ansiolíticos, antidepresivos o somníferos. Ahora sí lo hacen.
En la práctica, casi la mitad de los empleados públicos toman a diario ese tipo de medicación. Y donde mayor incidencia hay es en el ámbito sanitario y el educativo. Algo no funciona bien.
El perfil mayoritario es el de una mujer de entre 45 y 54 años, trabajadora de la sanidad pública o de un centro educativo. Consume ansiolíticos a diario por soportar un exceso de carga de trabajo o por pensar que carece del debido reconocimiento profesional.
Según la encuesta, los psicofármacos más consumidos son ansiolíticos (66% de los encuestados reconoce su uso), antidepresivos (43,6%) y somníferos (32,1%).
Un 51% de los encuestados asegura consumir a diario, un 13% varias veces a la semana y un 21% alguna vez al mes. Solo un 15% asegura que consume en el último año.
El 76% manifiesta que el trabajo le influye a la hora de consumir estas sustancias: un 54,2% lo relaciona por un exceso de carga de trabajo, un 44,6% por el escaso reconocimiento profesional y un 37,7% por el mal clima laboral (conflictos, situaciones de acoso, etc).
Además, un 21,22% relaciona el uso de estos fármacos con la inseguridad laboral (temporalidad, interinidad, etc.), un 20,6% con los problemas con los usuarios a los que presta servicio y un 12,6% con los problemas económicos.
Recordad que hace poco publicamos que el Observatorio del Medicamento señala que en 2021 se dispensaron casi 51 millones de recetas de estos fármacos, un incremento que, según esta institución, responde al aumento de esas patologías psicológicas y psiquiátricas de los últimos dos años. La pandemia nos está pasando factura mental.
Y es que existe una «epidemia fantasma» de daños mentales en la población que aún no ha visto la luz. Nos lo preguntamos el otro día en el post titulado ¿Por qué las secuelas mentales del aislamiento social por la pandemia no se han reflejado en los servicios de salud mental?
Según la encuesta del CSIF, el 93% se queja de la ausencia en sus centros de trabajo de iniciativas sobre protección de la salud mental. En España el sistema no responde bien ante las necesidades de salud mental, ni en términos sanitarios ni sociales.
Lo escrito, está aflorando un tsunami de problemas mentales que han surgido con la pandemia y las posteriores crisis.
Este artículo fue publicado originariamente por https://www.migueljara.com/. Lea el original.