La jugada maestra: El neoliberalismo disfrazado de izquierda

Todos los indicadores económicos nos lo están confirmando: la pandemia ha empobrecido a millones, ha ido en detrimento de la pequeña y mediana empresa, ha permitido el enriquecimiento inaudito de las grandes corporaciones. No sólo en el ámbito de las grandes entidades financieras, empresas multinacionales y Big-tech, también a niveles nacionales, en cada país los hombres más ricos, 10 meses después lo son aún más. Una constatación de los resultados del Capitalismo más ruin, los sueños del neoliberalismo más visceral, cumplidos. Ha sucedido un trasvase de riqueza aún mayor que el de la crisis de 2008, increíblemente.

De la mano de todo esto, la sensación de distopía se nos revela en una absurda politización de la ciencia, politización de la salud, lo que juega totalmente en contra precisamente de ésta, y que va enfrentando cada día más a la sociedad. En discursos y artículos, en sentencias de una y otra facción, escuchamos constantemente las acusaciones de la derecha, señalando al gobierno “social-comunista”, culpable de todo, y a la izquierda soltando sin rubor la palabra “fascista” a cualquiera que no comulgue con ellos. Crispación constante entre ambos bandos, casi como provocado, como un gran ‘show’ para fragmentar a la población.

Porque además, distan años luz, tanto el gobierno de Pedro Sánchez de ser mínimamente comunista, -que ha implementado unos discretos presupuestos sociales pero sirviendo por otro lado al globalismo neoliberal, a la banca y a Europa en detrimento de su pueblo– como el bloque Vox-PP del fascismo -donde solo les acerca su relación con la Iglesia Católica, pero que tienen programas económicos igual de neoliberales, por más que se jacten de un nacionalismo que se limita al discurso y a la bandera. Los grandes poderes financiero-político globales han comprendido desde hace más de una década, las tendencias de la población mundial (ayudados de los big-data que les proporcionan las redes sociales, entre otras cosas).

Recuerdo una publicación hace tal vez un par de años en El País, donde se decía que el 40% de la población española –y 60% del femenino- creía que el Capitalismo era incompatible con la Democracia. También ha sido creciente la conciencia mundial de la necesidad de redistribución de la riqueza, de alguna manera, aunque no tengan claro el cómo. De tal guisa, emprendieron estrategias para entrar en contacto con ese gran sector de la humanidad: diseñaron proyectos, entre otros a través de ciertas ONGs, desde donde se apropiaron de los movimientos sociales auténticos, manoseándolos y manipulándolos por un lado con grandes subvenciones y por otro tergiversando los discursos hasta lo grotesco, como hemos visto en la deriva del feminismo y de la ideología de género, lo mismo que con los movimientos ecologistas, y no se diga con los LGTBI. Los que hemos sido por décadas feministas, ecologistas y defensores de la libertad sexual, lo vemos con claridad: todo apesta. No se diga en aquellos proyectos contra la “pobreza” en el mundo, donde, al parecer, no han tenido ningún éxito porque, precisamente esa era su intención. Bueno, hay que matizar: para sus Fundaciones, sí que han sido exitosos.

Esos autodenominados “Filántropos” –ya el hecho causa hilaridad- que mientras más ayudan a la humanidad, más multimillonarios son. Y en medio de este engaño constante y macabro del neoliberalismo, llega la Pandemia, y la distopía del pensamiento y del mundo al revés se dispara. En primer lugar contraponiendo absolutamente y por antonomasia la “economía” con la “salud”. ¡Economía vs Salud! Los medios no han parado de repetirlo hasta la saciedad. Como si no pudiera haber un plan más eficaz para cuidar la salud y a la vez, la economía de la población…en pleno Siglo XXI, donde la medidas más eficaces, ciertamente medievales, el encierro o una determinada tela sobre la nariz y boca, han sido la gran ocurrencia para frenar una enfermedad de cuya causalidad y por lo tanto transmisión, la ciencia no tiene claridad aún. Pero en segundo lugar, y mucho más grave ha sido la terrible confusión que igualaba la “economía” al Capitalismo. De el comercio y la actividad general  al Capitalismo. ¡¡¡Qué falta de cultura tiene una sociedad que aceptó estos planteamientos!!! Comercio, trabajo, producción, ha habido toda la historia de la humanidad, siglos antes del Capitalismo. TRABAJO, ganarse el pan, sobrevivir…..eso no es Capitalismo. De tal manera que cuando fueron propuestas otro tipo de medidas más holísticas –como las de la Barrington Declaration, por ejemplo- atendiendo no sólo a la pandemia, sino también a la Sindemia, ventilada en Nature, inmediatamente se le ligó a la “Ultra derecha Capitalista”!

Esos autodenominados “filántropos” –ya el hecho causa hilaridad- que mientras más ayudan a la humanidad, más multimillonarios son.

De la misma manera se politizó absurdamente, a los cientos de científicos, médicos, docentes, sanitarios, abogados y ciudadanos que comenzaron a cuestionar el relato que los gobiernos estaban dando, a cuestionar sus medidas -por ineficaces-, a cuestionar los protocolos hospitalarios –que tuvieron fallos que costaron miles de vidas- a cuestionar las pruebas diagnósticas –hoy se ha comprobado su bajísimo nivel de certeza- y no sólo se les ha tachado de “negacionistas”, adjetivo odioso (acuñado con pericia, diseñado con saña) sólo otorgado antes a quienes negaban el Holocausto, sino que también se les ha relacionado sin cesar a la “ultra derecha”, y a Trump! y de paso….a Bolsonaro!! Para nuestra suerte en España, tanto Vox como el PP se situaron solos en el otro extremo: ellos piden más confinamientos y vacunas obligatorias.

Cuando, al pasar los meses observamos con toda claridad, que las medidas REALMENTE CAPITALISTAS NEOLIBERALES, han sido las que se tomaron (y que probablemente se continúen tomando porque el lock-down de febrero ya parece inminente). Es decir, esas ‘reglas del juego’ donde ganan quienes las diseñan –los monopolios apoyados por el Estado- de tal manera que la concentración de capital sea “natural”. Con reglas que frenan a la pequeña y mediana empresa, pero donde Ikea no para en absoluto y sigue trabajando 24/7, ni las grandes fábricas, ni las grandes superficies. Donde todos tenemos que consumir 10 veces más las plataformas tecnológicas, donde la gente que no se entera consume todo por Amazon, donde el Arte se convierte en la actividad menos esencial del ser humano, a menos de que sea por Netflix.

No nos confundamos. La izquierda y la derecha del Siglo XX ya se han desdibujado, no existen más como tales, cuando los empresarios autónomos son casi tan proletarios como sus trabajadores. Las oligarquías norteamericanas, una peor que la otra, unos más nacionalistas, otros más globalistas, no son modelo de nuestra actuación ni de las opiniones de los científicos. En cambio, desde la Maquinaria Mediática, se indujo a este pensamiento maniqueo politizado: en los países donde gobierna la izquierda, los “negacionistas” malos y asesinos son la ultraderecha; en donde gobierna la derecha como en Inglaterra, el convocante a las manifestaciones fue el hermano de Jeremy Corbyn! Eso aquí en España ni se citó en prensa. Lo gracioso es que en la prensa de países de izquierda, las manifestaciones francesas no eran de negacionistas sino de “gente luchando por sus derechos”, cuando la denuncia era por una Ley de Seguridad casi idéntica a la española que aquí, la mayoría de la población aún desconoce. Caos informativo, censura y falta de información.

No nos confundamos. La izquierda y la derecha del Siglo XX ya se han desdibujado, no existen más como tales, cuando los empresarios autónomos son casi tan proletarios como sus trabajadores.

Mucho menos son modelos (izquierda/derecha) de científicos independientes, que no están ganando nada con salir a dar la cara valientemente y a cuestionar el discurso de las Farmacéuticas –y de los científicos pagados por éstas-, muy por el contrario, están siendo ridiculizados por los medios de comunicación, perdiendo dignidad social, y muchos de ellos, arriesgando sus puestos de trabajo.

Ha sido la jugada maestra del neoliberalismo, disfrazarse de izquierda a través del supuesto ‘progresismo’ social, prostituido por él. Ya nos lo había ido mostrando claramente Obama durante su mandato, para gran desilusión de muchos, generando guerras a diestra y siniestra, año tras año, aplicando leyes descaradas para beneficiar a los lobbies de su preferencia, dígase en especial Silicon Valley. El partido Demócrata yankee se desligó del mínimo socialismo con que podía coquetear cuando hizo a un lado a Bernie Sanders hace 4 años, y ahora mismo lo podemos situar, económicamente y en política internacional, muy a la “derecha” del Trumpismo. Y ya me fastidia utilizar ese término derecha, porque no es preciso. He de decir, más imperialista, más hegemónico –fatal para los pueblos del mundo- y menos preocupado por el bienestar del pueblo norteamericano.

Ha sido la jugada maestra del neoliberalismo, disfrazarse de izquierda a través del supuesto ‘progresismo’ social, prostituido por él.

Y termina la jugada utilizando esa farsa, para evadir la sana crítica, que debe haber en cualquier sociedad que se diga democrática, en especial en una situación tan terrible y comprometida, el sano cuestionamiento, el sano disentimiento, el sano debate. A cambio hemos tenido las bien diseñadas agencias “verificadoras” de su verdad, censura en todas las plataformas, haciendo creer al gran público que los detractores de sus medidas eran ignorantes, irresponsables, asesinos y que se les censuraba por ser de “Trump” y no defensores de los derechos y libertades, defensores del trabajo, de la justicia, y también de la salud!! Se han censurado las evidencias de gran cantidad de tratamientos exitosos, tanto alópatas como naturistas contra el Covid, aquellos que no convenían a las Farmacéuticas para vender sus vacunas, aquellos que no convenían para frenar el crack económico al que inevitablemente nos empujan.

Cuando los pueblos veamos llegar con más claridad el Gran Reseteo que ya anunció el Times y el Foro Económico Mundial, quizás entonces comencemos a armar todo el puzzle. Estará en nuestras manos, en los pueblos, en los ciudadanos, evitar que se lleve a cabo como lo planean estos poderes financieros. Construir una verdadera NUEVA NORMALIDAD, pero no la suya… La nuestra.

 

T.Y