Imagínese que asistiera a un partido del F.C. Barcelona y se dieran 10 casos miocarditis o pericarditis. Pongamos una situación ficticia. El estadio está a rebosar con casi 100 mil aficionados que vitorean a su equipo. Joan Laporta, presidente del club, ha declarado que todo es correcto porque son reacciones raras. Entre “los agraciados”, tendrán más probabilidad los aficionados de 12 y 29 años. Nada de ello repercutirá en los medios de comunicación y el partido será celebrado con normalidad.
Los jugadores de los equipos que disputan el partido también pueden verse afectados. Por casualidad, el nuevo jugador del Barcelona, Kun Aguero, es uno de los agraciados. Una miocarditis le obliga a dejar de disputar el partido en el minuto 15. Posteriormente se confirmará que tiene que retirarse y deberá recibir medicación de por vida.
Mientras que los aficionados vitorean a su equipo y disfrutan de los goles, se suceden la llegada a ambulancias al estadio. Los sanitarios asisten a los afectados en los pasillos del estadio. Entre ellos está Pablo, un joven aficionado de 17 años que acompañaba a su padre. Tras ser trasladado en ambulancia, finalmente fallece.
A ningún asistente al partido parece importarle el riesgo de sufrir una miocarditis o pericarditis. Es algo que puede ocurrir y no debe de darse la menor importancia. Un buen culé jamás dejaría de animar a su equipo por ello. Los médicos confirman que todo se encuentra dentro de la normalidad. El espectáculo debe de continuar.
Todo lo contado parece sacado de una novela distopica y lógicamente no ha sucedido, pero es lo que está ocurriendo en la actualidad con las vacunas de Arnm. Según el Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia Europeo, se dan 10 casos de estas afecciones por cada 100.000 vacunados, más o menos, y aceptando los defectos estadísticos de nuestra comparación, la capacidad del Camp Nou. El exceso de riesgo en varones de 16 a 24 años se estima en 6 casos adicionales. Y los médicos vienen a decirnos que la frecuencia global de estas afecciones es muy rara.
Poniendo estás estadísticas en un contexto concreto queremos concienciar a nuestros lectores de lo poco que parece importar la vida humana en la actualidad. Los números parecen no decir nada a menos que los situemos en un contexto concreto que nos pueda resultar familiar. Creemos que ningún padre compraría una entrada a su hijo para ver un partido de futbol si pudiera contraer una enfermedad grave, por mucho que un médico les dijera que es seguro asistir. Nosotros por lo menos no lo haríamos.
Fuente del estudio del Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia Europeo:
Actualizan el riesgo de sufrir miocarditis o pericarditis con Pfizer y Moderna (heraldo.es)