Investigadores desarrollaron ensayos específicos basados en RT-qPCR para detectar cada vacuna de ARNm y analizaron los ganglios linfáticos, el hígado, el bazo y el miocardio de pacientes fallecidos recientemente vacunados. La vacuna se detectó en los ganglios linfáticos axilares en la mayoría de los pacientes que murieron dentro de los 30 días posteriores a la vacunación, pero no en los pacientes que murieron más de 30 días después de la vacunación. La vacuna no se detectó en los ganglios linfáticos mediastínicos, el bazo ni el hígado. La vacuna se detectó en el miocardio en un subconjunto de pacientes vacunados dentro de los 30 días posteriores a la muerte. Los ventrículos cardíacos en los que se detectó la vacuna tenían una lesión miocárdica en curación en el momento de la vacunación y tenían más macrófagos miocárdicos que los ventrículos cardíacos en los que no se detectó la vacuna. Estos resultados sugieren que las vacunas de ARNm del SARS-CoV-2 persisten habitualmente hasta 30 días después de la vacunación y pueden detectarse en el corazón.
Un hallazgo importante de este estudio fue la detección del ARNm de la vacuna SARS-CoV-2 en tejido cardíaco humano. Mediante un ensayo RT-qPCR, se detectó la vacuna BNT162b2 en dos muestras del ventrículo izquierdo y dos muestras del ventrículo derecho de un total de tres pacientes. Los ventrículos cardíacos en los que se detectó la vacuna tenían una lesión miocárdica en curación en el momento de la vacunación y tenían más macrófagos miocárdicos que los ventrículos cardíacos en los que no se detectó la vacuna.
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