Por Thomas Oysmüller
Los medios de comunicación controlan a las masas y manipulan las mentes. La batalla por nuestra conciencia se está volviendo cada vez más implacable. El resultado de esta batalla será crucial para la humanidad.
Nuestro mundo hipermedia está inundado de información. El control selectivo de la información para imponer hechos (presuntos) y crear una narrativa dominante para la política se ha convertido en una herramienta poderosa y un arma asertiva. Los medios de comunicación, la política y las instituciones recurren al engaño sistemático para manipular la percepción pública, ejercer control y, en última instancia, influir en el pensamiento de la gente. La llamada pandemia fue un modelo para ello.
En un artículo reciente, Josh Stylman, autor del Instituto Brownstone , resume la batalla por nuestras mentes y nuestro discurso. Durante el simulacro de pandemia “Evento 201”, en otoño de 2019, se trazó en la mesa de dibujo el “plan de batalla”. Unos meses después, se estableció una narrativa consistente en todas las plataformas. Se suprimieron las opiniones disidentes y el control concertado de la narrativa engañó a muchos.
No todos fueron engañados permanentemente. Algunos inmediatamente tuvieron dudas, otros aceptaron inicialmente el estado supuestamente de precaución. Pero con cada paso en falso político, se hacía evidente un patrón: las medidas no apuntaban a la salud o la seguridad, sino a un mayor control y una menor libertad individual.
Este patrón de engaño conduce a dos preguntas centrales sobre los principales titulares: “¿Qué se está ocultando?” y “¿De qué debemos distraernos?” Ejemplos como la conspiración del Russiagate, la excesiva información sobre Ucrania o los ataques concertados contra figuras políticas como Robert F. Kennedy Jr. muestran cómo las narrativas uniformes tienen por objeto orientar la opinión pública.
Stylman da más ejemplos:
- Mientras los informes dominaban el 6 de enero de 2021, BlackRock y Vanguard realizaron compras masivas de bienes raíces.
- Bajo el pretexto de “ayuda corona”, se aprobó la mayor transferencia de riqueza hacia arriba.
- Mientras la atención se centraba en las campañas de vacunación de celebridades, aumentaron los informes sobre jóvenes atletas que se desmayaban.
- Los sistemas de identificación digital y vigilancia biométrica se expandieron a nivel mundial, mientras los medios debatían sobre la moderación de Twitter o TikTok.
No se plantean, y mucho menos se discuten, preguntas cruciales: ¿Quién se beneficia de esto? ¿Por qué fallan los mecanismos de seguridad institucional? En su lugar, se ofrece un espectáculo de entretenimiento: incluso las cifras diarias del coronavirus se han convertido en un espectáculo. Las guerras o los ataques terroristas pueden presentarse aún más fácilmente como dramas narrativos.
Esto moldea la realidad de los consumidores, continúa Stylman: Frases como “sigo la ciencia”, “los verificadores de hechos dicen” o “el consenso es” muestran con qué disposición las personas renuncian a su soberanía. La clase media profesional es particularmente vulnerable: su estatus los hace prisioneros de las narrativas institucionales. Un médico que cuestiona la seguridad de las vacunas pierde su licencia; Un profesor que critica la ideología de género es sancionado. El ciclo de validación –los medios se basan en los expertos, los expertos en los estudios, los estudios en la industria– forma un sistema cerrado que excluye, incluso destierra, la verdad.
Se explotan las debilidades humanas:
- El deseo de aceptación social (por ejemplo, las máscaras como símbolo de conformidad).
- La necesidad de parecer moral (por ejemplo, actitudes performativas sin un análisis más profundo).
- El miedo a la exclusión (por ejemplo, evitar la disidencia).
- La necesidad de estatus (por ejemplo, la conformidad para mantener el prestigio profesional).
Las personas educadas suelen ser las más vulnerables porque su deseo de estatus es el más fuerte. Tus “habilidades de pensamiento crítico” se convierten en un guión en un hardware manipulado.
A medida que la “matriz de control” continúa haciéndose más densa, también lo hace nuestra comprensión de ella. Al principio esto se vuelve sutil, a medida que las narrativas oficiales pierden credibilidad, y luego se vuelve cada vez más claro. La matriz de control cuenta rápidamente historias que ya no tienen nada que ver con la realidad: una Rusia que supuestamente está a punto de atacar a la OTAN, pero que al mismo tiempo está a dos días del colapso. Una vacuna que “funciona” tan bien que necesita ser “renovada” cada pocos meses.
Stylman ve una confrontación casi épica, al menos existencial. La conciencia humana se ha convertido en un campo de batalla: ¿puede ver a través de la manipulación más rápido de lo que evolucionan los sistemas que la secuestran? La manipulación utiliza la empatía y la moralidad como armas: cualquiera que cuestione los confinamientos está “matando a la abuela”; Cualquiera que rechace las monedas digitales “amenaza la democracia”. Pero cuanto más obvios son los engaños, más personas reconocen los patrones.
El futuro de la humanidad depende de ello. No se trata sólo de la crítica de los medios, sino de la cuestión de si podemos preservar nuestra capacidad de pensar de forma independiente. La matriz de control se hace cada día más intensa, pero la conciencia está creciendo. La pregunta crucial es: ¿Qué se propaga más rápidamente: el engaño o el conocimiento? Nuestro futuro como especie podría depender de ello.
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