Un articulo publicado en la revista British Journal of Cancer examina los posibles eventos adversos que pueden surgir en cada modalidad de tratamiento contra el cáncer, llegando a la conclusión de que se debe tener precaución al combinar ambos tratamientos.
Se destaca la escasez de datos sobre las consecuencias de la vacunación contra la COVID-19 en pacientes con cáncer bajo tratamientos específicos, especialmente aquellos en ensayos de vacunas de fase III. Un artículo breve reciente señala que, en comparación con los controles emparejados, la terapia con CPI da como resultado un aumento constante y variable de todos los efectos secundarios de la vacunación contra la COVID-19, lo que es motivo de alarma. Por otro lado, otro informe también menciona la aparente ausencia a corto plazo de eventos adversos inmunológicamente relacionados (IRAE). Sin embargo, los autores reconocen la posibilidad de que se puedan identificar IRAEs raros en cohortes más grandes de pacientes vacunados contra la COVID-19.
Esta posibilidad se confirmó clínicamente en un reciente informe en el que se describe una estrecha asociación temporal entre la vacunación con BNT162b2 y la aparición de un síndrome de liberación de citocinas nocivas (SRC) en un paciente con cáncer. Los autores sugieren que este CRS podría deberse a la vacuna y podría ocurrir en el contexto de una activación inmunitaria secundaria al bloqueo de PD-1 con un aumento en la proliferación de células T y la función efectora.
Los informes de Waissengrin et al. y Au et al. ilustran la opinión de que la interacción entre la inmunoterapia y la vacunación contra la COVID-19 debe considerarse desde ambos lados, es decir, cómo la vacunación podría influir en la inmunoterapia y, por el contrario, cómo la inmunoterapia podría afectar la vacunación contra la COVID-19. Ambos tratamientos provocan su propia estimulación del sistema inmunológico, y más particularmente, a nivel de células T y células dendríticas, por lo que su coexistencia podría conducir a efectos finales que potencien su respectiva actividad.
Los CPI inducen IRAE a una tasa del 20% al 50% para cualquier grado, y el riesgo de desarrollar estas toxicidades es mayor en pacientes de edad avanzada. Es de destacar que uno de estos IRAE es la colitis, que puede afectar la integridad de la microbiota con posibles consecuencias inmunitarias. Esto podría deberse a la compleja interrelación entre el estado inmunitario general y la microbiota.
En el contexto de hallazgos inesperados raros bajo CPI, uno debe considerar además el fenómeno raro pero preocupante de la hiperprogresión tumoral (THP). La fisiopatología de la THP no está claramente establecida, pero incluye una expansión de los linfocitos T activados en el propio tumor y su microambiente.
La vacunación contra la COVID-19 se combina cada vez más con los tratamientos con CPI en pacientes con cáncer y es probable que afecte a todos los tratamientos. A primera vista, esta combinación debería potenciar la estimulación inmunológica con posibles beneficios recíprocos. Sin embargo, el cuadro clínico descrito en el articulo atempera este juicio. Es necesario lanzar un mensaje de cautela y sensibilizar a los cuidadores y prescriptores sobre la especial atención que se debe prestar a los pacientes de riesgo.
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