El Reino Unido y la OTAN cooperaron para el monitoreo informativo durante la pandemia de COVID-19

Personal militar británico durante la pandemia de COVID-19. Diversas unidades, como la 77ª Brigada y agencias vinculadas a la OTAN, participaron en operaciones de comunicación y monitoreo informativo.

Durante la pandemia, el Reino Unido desplegó especialistas y unidades militares de análisis informativo para colaborar con la OTAN en el seguimiento de contenidos relacionados con la COVID-19. La iniciativa, de carácter técnico, buscó mejorar la comprensión del entorno comunicativo y coordinar estrategias entre los países aliados.

Durante la pandemia de COVID-19, el Reino Unido desarrolló una estrategia de cooperación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) orientada a la gestión y el seguimiento de la información pública relacionada con la crisis sanitaria. Esta colaboración, reconocida oficialmente por el Ministerio de Defensa británico, tuvo un carácter técnico y operativo. Su finalidad era analizar flujos informativos, identificar narrativas de interés para la estabilidad social y sanitaria, y coordinar respuestas comunicativas entre los países aliados.

El 15 de abril de 2020, el gobierno británico anunció el envío de especialistas en comunicación estratégica al cuartel general de la OTAN, con el objetivo de reforzar las capacidades del organismo en materia de análisis informativo. Estos expertos pertenecían a unidades militares con experiencia en inteligencia abierta, monitoreo digital y operaciones de información. Su función consistía en ofrecer apoyo técnico para rastrear la circulación de contenidos sobre la pandemia y asesorar en la elaboración de mensajes oficiales coherentes entre los Estados miembros.

Uno de los componentes más conocidos de este entramado fue la 77th Brigade, una unidad del Ejército británico dedicada a las llamadas “operaciones de influencia” o “engagement and communication operations”. Durante la emergencia sanitaria, esta brigada trabajó en tareas de observación de redes sociales, recopilación de datos sobre tendencias de opinión y asesoramiento a las autoridades en materia de comunicación pública. Según los comunicados oficiales, su labor se centró en analizar patrones de difusión de mensajes y detectar campañas coordinadas tanto en entornos nacionales como internacionales, con el fin de mejorar la respuesta institucional.

A nivel técnico, estas actividades se apoyaron en herramientas de análisis de big data, seguimiento de medios y sistemas de alerta temprana para identificar contenidos de alto impacto social. Los informes resultantes se compartían con equipos de comunicación del gobierno, departamentos de salud y organismos aliados. El intercambio de información se realizaba mediante canales establecidos entre el Ministerio de Defensa británico y los comités especializados de la OTAN dedicados a seguridad híbrida y ciberdefensa.

La OTAN integró estos aportes dentro de su estructura de comunicación estratégica (STRATCOM), con sede en Riga, cuyo mandato incluye la coordinación entre países aliados frente a fenómenos informativos de alcance global. Durante la pandemia, el centro recopiló datos procedentes de distintos Estados miembros, elaboró análisis comparativos y emitió directrices para armonizar las estrategias comunicativas en torno a la gestión de la crisis sanitaria. El Reino Unido participó activamente en este marco, aportando personal, metodologías y capacidad analítica.

En el plano interno, las operaciones de observación informativa también involucraron a otros organismos británicos, como el Cabinet Office y el Department for Digital, Culture, Media and Sport (DCMS). Estos equipos colaboraron con la 77th Brigade y con el Government Communications Headquarters (GCHQ) para generar informes periódicos que evaluaban la evolución de las narrativas en línea y su posible impacto en el comportamiento social.

El proceso operativo seguía una estructura escalonada: recopilación de datos mediante observación abierta y rastreo automatizado, clasificación temática de mensajes, elaboración de informes analíticos y comunicación de resultados a los responsables institucionales. Con esa información, las autoridades decidían la conveniencia o no de emitir mensajes aclaratorios, campañas informativas o comunicados conjuntos con organismos internacionales.

La cooperación con la OTAN permitió estandarizar procedimientos de análisis entre los aliados y ofrecer una visión comparada sobre cómo se desarrollaban las narrativas públicas en diferentes países. Documentos oficiales del Parlamento británico y respuestas a solicitudes de información confirmaron la existencia de estos programas de monitoreo, reconocidos como parte de la estrategia nacional de gestión informativa durante la emergencia sanitaria.